Nuevos vecinos en el barrio
Los residentes en el Perpetuo Socorro consideran que la llegada de 750 militares al complejo castrense «dará vida a la zona y a toda la ciudad» El efecto ya se está notando, dice un hostelero
La llegada de los nuevos inquilinos del cuartel Sancho Ramírez y de todos sus medios técnicos no ha pasado inadvertida en Huesca, y menos en el barrio del Perpetuo Socorro, donde se halla la instalación. No en vano, la operación ha requerido 130 movimientos de contenedores traídos desde Madrid y otros tantos de vuelta, lo que ha supuesto la movilización de un complejo convoy de camiones, carretillas, depósitos y estibadores.
Entre los vecinos, la opinión general es que los 750 militares del complejo castrense «darán vida a la zona y a toda la ciudad». Así lo expresa Raúl Salguero mientras se toma una caña en la terraza el bar restaurante O’lagar, situado en las inmediaciones del cuartel.
Este residente recuerda los tiempos en que Huesca acogía a un importante número de soldados,
Contentos
Algunos recuerdan los tiempos en los que los soldados llenaban los bares más populares
repartidos en dos cuarteles, el Sancho Ramírez y el Alfonso I, que fueron cerrando. «Había locales, como el bar París, que se ponían a tope de militares», explica. Sentado junto a él, Guillermo considera que el «impacto de la llegada de soldados será positivo en muchos aspectos».
«Esto aumentará la economía y moverá todo un poco», opina José Antonio, que toma una consumición en la barra del local. Su dueño, Benjamín, se marchó de Pontevedra hace 52 años y se instaló en Huesca. «El efecto del cuartel se está notando ya y para nosotros es algo de mucha ayuda, fenomenal», subraya el hostelero entre servicio y servicio. Pero cree que el impulso quizá pierda intensidad «dentro de un año, cuando todos estén situados en sus casas y con sus familias».
Santiago es un operario de la empresa Man Fulla, de Lérida, que instala grifos de cerveza de Estrella Galicia. Y cree que los militares generarán mucha demanda. «Nosotros hemos instalado los grifos en el cuartel de Talarn, en el Prepirineo leridano, porque allí donde hay una tropa numerosa es lógico que haya consumo», explica. «En Huesca, la llegada de más de 700 soldados dará un empujón a la ciudad», comenta.
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