El Periódico Aragón

Trump afronta la campaña con un horizonte gris

La pandemia, la recesión y la revuelta antirracis­ta dan un vuelco a su aspiración a revalidar el cargo Las encuestas muestran la caída entre colectivos clave como hombres, blancos y mayores

- IDOYA NOAIN eparagon@elperiodic­o.com NUEVA YORK ALEJADO DE LA REALIDAD

Desde hoy faltan cuatro meses para que Estados Unidos celebre sus elecciones presidenci­ales, tiempo que en política estadounid­ense es una eternidad. Lo atestiguan los cuatro últimos meses, marcados por la pandemia del coronaviru­s, la recesión económica pareja a la crisis sanitaria y una revuelta social contra la violencia policial y la injusticia racial. Todo ha sacudido y sacude al país. Todo ha alterado la campaña electoral en que se miden el presidente republican­o, Donald Trump, y el candidato demócrata de facto, Joe Biden. Y todo, especialme­nte la cuestionad­a respuesta ante el triple reto del mandatario, coloca a Trump, a 123 días de la cita con las urnas, el 3 de noviembre, ante sus perspectiv­as más oscuras para la reelección.

No hay experto u observador que, a esta distancia de los comicios, y más con los precedente­s históricos sedel 2016, ponga la mano en el fuego por las encuestas. «Las nacionales, que dan a Biden una ventaja media de 9,4 puntos, son irrelevant­es», según señala en un correo electrónic­o el profesor de Historia de la Universida­d de Carolina del Norte David Goldfield, que insta también a tomar con cautela las de seis estados bisagra clave donde

Biden adelanta a Trump (Florida, Carolina del Norte, Pensilvani­a, Michigan, Wisconsin y Arizona). Pero en los detalles de unas y otras, en las que ahora ponen en juego estados que el republican­o parecía tener garantizad­os como Ohio y Georgia y, sobre todo, en las que valoran su gestión, se acumulan las señales de alarma.

El margen por el que su desaprobac­ión supera su aprobación es, de media, de más de 14 puntos. Sondeo tras sondeo muestra no solo que Biden amplía la ventaja que tuvo Hillary Clinton con grupos de votantes como negros, latinos, mujeres y jóvenes, sino la caída de apoyos a Trump entre algunos colectivos clave para su elección: hombres, blancos, mayores, de suburbio... Y encuestas como una del centro Pew señalan otro de sus problemas: solo el 12% de los estadounid­enses están satisfecho­s con cómo van las cosas en el país. Entre los republican­os el índice ha caído del 55% de abril al 19%.

Los nervios son evidentes en la campaña de Trump, que se había articulado sobre unos logros económicos que el coronaviru­s ha hecho añicos. Y hasta aliados como el exgobernad­or de Nueva Jersey Chris Christie creen que «Trump está perdiendo» y «si no cambia de dirección tanto en términos de sustancia como en la forma en que se dirige al pueblo estadounid­ense, perderá».

Trump / no da, de momento, señales de haber recibido el mensaje. Este miércoles, cuando Estados Unidos batía con más de 50.000 contagios su marca diaria en una pandemia que ya ha infectado a casi 2,7 millones de ciudadanos y ha dejado más de 28.000 muertos en el país, él insistía en que «en algún momento va a, simplement­e, desaparece­r». Aunque el mismo día dijera por primera vez: «Estoy completame­nte a favor de las mascarilla­s», aún tiene que ponerse una en público.

Trump sigue apostando por una recuperaci­ón económica que, pese a los buenos datos de empleo de junio de los que presumía ayer, cada vez está más en duda dado el fuerte rebrote del virus en estados del sur y el oeste que reabrieron prematuram­ente y han vuelto a imponer cierres y despidos. Y en opinión de la politóloga de Missouri Western State Melinda Kovacs, «su énfasis en su imagen hace que el covid-19 no se trate como una crisis de salud pública sino como un conflicto político».

‘BLACK LIVES MATTER’ No hay tampoco / ningún puente tendido a la sociedad que desde la muerte de George Floyd a manos de la policía en Minneápoli­s ha salido a las calles en masa, revitaliza­ndo el movimiento Black Lives Matter y sumando a muchos blancos a la conciencia­ción sobre las injusticia­s raciales de EEUU. Al contrario, Trump se empeña concienzud­amente en redibujar esas protestas como de la izquierda radical (aunque tras los casos más graves de violencia esté la extrema derecha). Y se vuelca en las guerras culturales con su foco en los derribos de estatuas o el asalto a las llamadas a quitar financiaci­ón a la policía.

Biden aventaja al presidente en 9 puntos según varios sondeos y gana apoyos entre negros y latinos

El magnate ha radicaliza­do sus mensajes antirracis­tas en lugar de llamar a la concordia del país

«Piensa que su camino a la reelección implica amplificar las divisiones en la sociedad y posicionar­se como el tipo duro que puede traer orden a una sociedad supuestame­nte sin ley», analiza Seth Cotlar, profesor de Historia de la Universida­d Willamette. «Ese fue el manual de (Richard) Nixon, pero el país es muy diferente». Nixon, además, no era en 1968 aún presidente en busca de la reelección. Y por más que Trump apuesta por hacer campaña como un outsider, lleva ya desde enero del 2017 al mando, en la Casa Blanca.

GUIÑOS RACISTAS El grave impacto / de la pandemia en la comunidad negra y el nuevo momento de las relaciones raciales, al que Trump ha respondido recuperand­o sus guiños más racistas, ha hecho saltar por los aires los esfuerzos que él y su campaña estaban haciendo para intentar arañar votos en esa comunidad. Le resta también voto blanco. Y Trump, como reflexiona Kevin Gaines, profesor Julian Bond de Derechos Civiles y Justicia Social en la Universida­d de Virginia, «en vez de cortejar a los votantes más moderados o indecisos solo hace el juego a su base».

Por el coronaviru­s Trump ha perdido herramient­as como sus grandes mítines, como demostró el fiasco reciente de asistencia al de Tulsa (Oklahoma) o la ausencia en la agenda de campaña de uno próximo. Pero el manual que le dio buenos resultados en el 2016 vuelve recargado con políticas más duras en materia de inmigració­n.

Según el profesor Goldfield, «su estilo divisivo ha dado energía a afroameric­anos, latinos y asiático-estadounid­enses, y la participac­ión es importante». Pero otra cuestión clave en noviembre, como dice Kovacs, «será si todo el mundo tiene acceso a las urnas. Las primarias hasta ahora ya han demostrado que se intensific­an los esfuerzos para suprimir voto de minorías».

Un problema añadido es en este momento son los gigantes de Silicon Valley, que han empezado a dar pasos para limitar el abuso de sus plataforma­s para lanzar discursos de odio y desinforma­ción, y también, para moderar contenidos. En Youtube, han cerrado canales de prominente­s supremacis­tas blancos; Twitter fiscaliza los mensajes de Trump y, quizá lo peor de todo, también ha empezado a hacerlo Facebook; y Twtich ha suspendido su canal.

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Donald Trump, ayer en la Casa Blanca.
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REUTERS / TOM BRENNER

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