No hay humanidad sin arte
El año pasado se publicaba en la revista Nature el hallazgo de las pinturas rupestres más antiguas del mundo, esto ocurría en la isla indonesia de Célebes. Aseguraban los expertos que las figuras antropomórficas encontradas podrían ser la prueba más antigua de la habilidad de nuestra especie. Estos indonesios expresaron, en sus pinturas, un vínculo muy especial entre humanos y animales mucho antes de que los hicieran los primeros pobladores en Europa.
No se sabe muy bien el motivo por el cual pintaban en las paredes de las cuevas, esas y otras civilizaciones nómadas, hipótesis ha habido muchas pero ninguna concluyente; en cuanto a la autoría se cree que pudieron ser pintadas por mujeres, es una hipótesis nada desdeñable por la permanencia mayor de la mujer como guardiana de la prole en los lugares donde vivían. El estudio de las pinturas rupestres, sin duda, ha proporcionado una identificación y un gran conocimiento en el desarrollo de la humanidad. El paleontólogo Juan Luis Arsuaga (llamado Dr. Atapuerca) decía que: «No hay ni puede haber humanidad sin arte». La capacidad para imaginar estimula las posibilidades de respuestas, de hallazgos que han ayudado a la evolución de la vida humana. La ciencia es la consecuencia del saber, del conocimiento a través de paradigmas implícitos en el arte. La facultad de análisis procede de la observación, de la mirada abierta, un entrenamiento constante que hace percibir posibilidades, opciones impensables, todo ello está en el arte.
Nos encontramos en un momento complicado, casi catastrófico se podría decir, debido a una moderna plaga invisible y mortífera, una pesadilla de ciencia ficción que se ha hecho real, que está desmantelando a una sociedad, a esta civilización que se creía próspera y moderna, pero la realidad es que estamos tan indefensos como hace quinientos años. La única esperanza que anida en estos momentos está en la ciencia. La investigación científica, como ha ocurrido en la historia de nuestra evolución, ha ido ganando terreno a muchas de las enfermedades que antes eran mortales y ahora se controlan y no llegan a serlo. La ciencia en alerta constante es nuestra aliada, pero en España, a diferencia de otros países, los recursos que se destinan a investigación por parte del Estado, son insuficientes, como ocurre también en nuestro sistema sanitario o en educación, las ayudas, las inversiones están lejos de las necesidades comunes.
Cuántos científicos tienen que salir a trabajar fuera de nuestro país, se forman aquí pero sus conocimientos son aprovechados en otros países. Cuántos institutos de investigación tienen que acudir al micromecenazgo para recaudar fondos y poder seguir trabajando, muchos, son demasiados los que trabajan en condiciones límites.
Como decía estamos pasando una etapa grave en nuestras vidas. La supervivencia humana nunca ha sido fácil, salvo para los ricos o para las castas, pero para la población en general se convierte, en muchos casos, en dramática cuando los políticos con responsabilidades no actúan con eficiencia, instalándose en una inoperancia a golpe de impulsos inmaduros. Al igual que ansiamos confiar en la ciencia y en el arte, esperamos que los políticos y el gobierno reaccionen aunando criterios para sacar al país de este agujero que nos ahoga. *Pintora y profesora
La supervivencia se convierte en dramática cuando el político con responsabilidades no actúa con eficiencia