El Periódico Aragón

Pablo Iglesias prepara su plan para afrontar un calvario político

El líder de Podemos no rehuirá el cuerpo a cuerpo con la oposición, que pedirá, otra vez, su dimisión Denunciará que el «ataque de las cloacas» trata de derrocar al Gobierno de coalición con el PSOE

- MIGUEL ÁNGEL RODRÍGUEZ eparagon@elperiodic­o.com MADRID

Termina una semana atómica para Pablo Iglesias. Pero la próxima tampoco será sencilla, porque buena parte de la oposición tiene planes de convertirl­o en el objetivo de sus estrategia­s en busca de su dimisión, como se verá en las sesiones plenarias de las Cortes, que prometen ser tensísimas. Le espera un calvario político y es consciente de ello. Desde el pasado miércoles, el vicepresid­ente segundo del Gobierno de coalición y líder de Unidas Podemos está bajo los focos tras la petición del juez de la Audiencia Nacional Manuel García-Castellón de que sea investigad­o en el Tribunal Supremo, dado que es aforado, por el conocido como caso Dina.

La primera reacción que tuvo Iglesias tras la decisión del juez fue salir a la palestra a negar la mayor. Y envió a un buen puñado de sus colaborado­res en el partido a los medios y a las redes sociales a hacer lo mismo: repitieron docenas de veces que Iglesias no es culpable de nada en la causa, sino perjudicad­o, y que su posible imputación es «inconcebib­le». Niegan que denunciara ante un tribunal, a sabiendas, una falsa persecució­n de las «cloacas» para sacar rédito personal y profesiona­l, como apunta el juez en su último auto.

Que no acabará sentado en el banquillo es la conclusión que ha transmitid­o por tierra, mar y aire y en la que se basan también los socios de la coalición, los socialista­s, para dar apoyo público al partido morado, pese a que intuyen la que les va a caer desde la oposición.

De momento es una incógnita si Iglesias llegará o no a un juicio en el alto tribunal (que ya ha dado el primer paso formal para decidir sobre la imputación pidiendo un informe a la fiscalía), pero lo que es seguro es que va a tener que hacer frente a un feroz juicio político que ya ha empezado a calentar motores, aunque el ruido por el choque Gobierno-Comunidad de Madrid por la gestión del covid lo ha eclipsado un poco en las últimas horas.

Ante esto, el jefe de Podemos ya ha elegido un mensaje que cree que llega con fuerza a una parte de la población: que lo que comenzó siendo un ataque contra él de «las cloacas del Estado» –así dice seguir viéndolo– se ha transforma­do en guerra política a gran escala, apoyada por sectores de una judicatura recelosa con el Ejecutivo que buscan vías para derrocar a la coalición de la Moncloa, que les es incómoda. Esa será su tesis de defensa en las próximas semanas.

DEBATE EN EL CONGRESO

Uno de los momentos álgidos de la semana que asoma en el calendario será, sin duda, la sesión de control al Ejecutivo central, que se celebrará el miércoles en el Congreso. El vicepresid­ente segundo había anunciado que no iba a asistir porque tenía programada una visita oficial a Bruselas. Sin embargo, la cita ha tenido que ser pospuesta porque el presidente del Parlamento Europeo, David Sassoli – con quien iba a entrevista­rse–, ha estado en contacto con un positivo por coronaviru­s y debe guardar cuarentena. Así las cosas, Iglesias cambia de planes y acude al Parlamento, donde será el protagonis­ta de la jornada.

Estará por tanto al lado del presidente Pedro Sánchez cuando el líder del PP, Pablo Casado, le pregunte si va a cesar a su vicepresid­ente. El secretario general de Podemos también tendrá que batirse dialéctica­mente sobre el asunto que le concierne. No rehuirá ni este ni otros debates, se recalca desde su entorno, por incómodos que resulten, y se dará la batalla también ante la opinión pública, no solo ante las instancias judiciales. «La derecha de este país está dispuesta a utilizar todo tipo de medios, legales e ilegales, para hacer caer a este Gobierno», sentenció Iglesias en una entrevista. Y él va a defenderse.

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EFE / JUANJO MARTÍN Iglesias, entre las vicepresid­entas Carmen Calvo y Nadia Calviño, en Guarda (Portugal), ayer.

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