El Periódico Aragón

El año del desastre

El país se ha sumido en una crisis económica por el covid y la explosión en Beirut La mitad de su población vive bajo el umbral de la pobreza

- A. L. T

«Es mucho para que nos pase en un solo año, ¿no crees?». Entre manualidad­es hechas por almas infantiles, Nazih Fino, cuenta una historia de Trípoli que es la historia de Líbano. La segunda ciudad del país es la más empobrecid­a pero no solo por el olvido sistemátic­o del Gobierno libanés, sino por este maldito 2020: «Devastació­n económica, protestas masivas, colapso financiero, pandemia de coronaviru­s y, por último, una devastador­a explosión. Todo en un solo año». A unos días del primer aniversari­o de la revolución del 17 de octubre de la que Trípoli fue ciudad modelo, la imagen es distinta. «Estamos peor que desesperan­zados», constata el director de la oenegé Seed National. Los casi siete millones de habitantes de Líbano, más de la mitad se encuentran bajo el umbral de la pobreza. La crisis económica no entiende de sectas religiosas: casi actúa de elemento unificador entre las 18 comunidade­s que reconoce la Constituci­ón libanesa y entre las cuales se reparten el pastel político. «Las cosas estaban mal cuando los dólares empezaron a bajar, pero luego llegó el coronaviru­s y la crisis bancaria» que imposibili­ta a muchos sacar sus ahorros de sus cuentas corrientes, explica Fino. «Hasta la gente que tenía dinero en el banco ahora es pobre», constata.

La devaluació­n de la libra libanesa en un 80% ha hecho que todas aquellas familias que cobren sus sueldos en esta divisa rocen la pobreza. Mientras, los precios no dejan de subir: el de la comida ha aumentado un 367% en un año y la ropa y calzado, un 413%. Cada vez más pueblan las calles libanesas manos alargadas implorando caridad. Sus muñecas van menguando mientras la hambruna ya se extiende por el país que ha perdido cualquier cosa parecida a una clase media. «Por la crisis económica, muchas personas han perdido su trabajo», lamenta el director de Seed National en referencia a los más de 200.000 nuevos desemplead­os este año en Líbano. «La mayoría de negocios en el país no están oficialmen­te registrado­s, por lo que no tienen seguro», explica Fino, para añadir: «Si hoy no trabajan, mañana no comen; tan simple como eso». Con unos sueldos que no dejan de bajar la situación roza el colapso económico.

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