El plan de Baraja y el ADN del Real Zaragoza
El entrenador apuesta primero por defender y trabajar bien tácticamente. Y, a partir de ahí, atacar
Tantas veces ha sido el centro del debate y tantas, o más, un extraordinario motivo de orgullo identitario. Tomado como patrón futbolístico, ha saltado de generación en generación y, a partir de él, el club ha construido una historia riquísima, repleta de éxitos, temporadas y partidos memorables. A lo largo de los años, el ADN del Real Zaragoza ha servido de canalizador, como un lugar común de encuentro, el punto de partida y el destino triunfal de numerosos equipos. Un estilo, una manera de concebir el juego, de interpretarlo y desarrollarlo que, además de gozo para la vista, ha dado grandes resultados.
Víctor Fernández, entrenador hasta agosto, cuando el sueño del ascenso a Primera se perdió de nuevo en el horizonte por una conjunción de factores, algunos mal gestionados, otros inmanejables, ha sido uno de los grandes abanderados y defensores de esa idea, muy especialmente en su primera etapa, donde alcanzó la sublimación de su fútbol. Mucho menos en esta última, en la que su propuesta original era similar pero su desarrollo diferente por la naturaleza de la plantilla. Aun así, nunca faltó aquella primigenia voluntad de atacar por encima de todas las cosas.
El proyecto no llegó a buen puerto. Ahora, el Real Zaragoza está en otras manos. En las de Rubén Baraja, que abandera un modelo sostenido sobre otras convicciones y propósitos. Primero, defender. Primero, armar un equipo sólido, que trabaje muy bien posicionalmente y cuyo objetivo inicial es guardar la viña, mantener la portería a cero. Luego, atacar. Lejos del ADN original del Real Zaragoza.
Hasta ahora, apenas ha mostrado nada ofensivamente. El viernes, el técnico reclamó más verticalidad en tres cuartos para dar pasos hacia adelante y empezar a inquietar a los rivales. Las ideas no son más que una herramienta. Las hacen buenas o malas su progresión, su crecimiento y, sobre todo, los resultados. Baraja ha tomado un camino diferente del que ha solido transitar el club. Si gana, será magnífico. Si no lo hace, su aceptación siempre será más difícil en un campo habitualmente abonado con otras semillas.