Sexo, mentiras e insulina
El ‘caso Mainat’ ha pasado en de novela negra a circo de ‘freaks’
El último disco que publicó La Trinca, en 1987, se titulaba Marro. La Trinca, y esto es información de servicio para las generaciones más jóvenes, fue un popularísimo grupo de pop bufo formado por Josep Maria Mainat, Toni Cruz y Miquel Àngel Pascual.
Marro es la palabra catalana para referirse al poso que dejan algunas sustancias después de ser hervidas y se usa también para aludir al trasfondo turbio y embrollado de un asunto. Cualquier término se queda corto para describir el cúmulo de revelaciones entre asombrosas y sórdidas que han salido a la luz en la última semana a raíz de que se hiciera pública la existencia de una denuncia de Mainat contra su esposa, Angela Dobrowolski, por intento de asesinato.
Es innegable que el asunto reúne todos los elementos necesarios para secuestrar la atención de la audiencia, aunque su naturaleza ha ido mutando con el paso de los días. Lo que empezó como una trama de novela negra digna de James M. Cain (autor de El cartero siempre llama dos veces yPacto de sangre, especializado en historias de pérfidas mujeres empeñadas en liquidar a sus maridos) ha derivado en un híbrido de película exploitation (con sus dosis precisas de sexo, crímenes, drogas y hasta mad doctors en busca de la cura contra la mortalidad).
Para explicar bien la historia, debemos remontarnos a 1987. Además de publicar Marro, en ese año Mainat, Cruz y Pascual fundaron la productora de televisión Gestmusic. Poco después, Pascual vendió sus acciones a la empresa holandesa Endemol, por lo que quedó fuera del cuadro cuando, gracias al éxito de Crónicas Marcianas y Operación Triunfo, se alinearon las tres cerezas y empezó a llover el dinero sobre la compañía. La prosperidad de Gestmusic permitió a Mainat y Cruz hacer realidad el título de una vieja canción de La Trinca, Vestidos de millonarios.
PELEA CON VASILE En el 2007, el conglomerado Mediaset, a través de Telecinco, adquirió Endemol, que previamente se había hecho con el 100% del capital de Gestmusic pero había mantenido como directores ejecutivos de la empresa a Mainat y Cruz. La relación de estos dos con el consejero delegado de Telecinco, Paolo Vasile, sufrió un rápido deterioro y llegó al punto de ruptura definitivo cuando en diciembre del 2008 Vasile quiso expulsar a Gestmusic de la producción del proyecto televisivo que en esos días preparaba Xavier Sardà. Es importante retener este episodio para entender parte de lo que ha venido después.
En el frente doméstico las cosas parecían ser algo más plácidas. El público conoció a la hispanoalemana Ángela Dobrowolski en noviembre del 2013, cuando Mainat, que entonces tenía 66 años, participó en un programa de televisión. Mainat y Dobrowolski se habían conocido en un balneario suizo, habían contraído matrimonio en el 2012 y tenían una hija en común, Jana (después vendría Joan Ramon). Dos cosas llamaron la atención de los espectadores de aquella emisión: la diferencia de edad entre ambos cónyuges (35 años, según el cálculo más generoso) y el afán obsesivo de Mainat por detener el envejecimiento y vivir hasta los 120 años, una fijación que obligó al presentador, invitado al fin, a someterse a una severa sesión de gimnasio y a una dieta a base de papaya, quinoa y sirope de agave.
Poco más se supo de la vida de la pareja hasta que el pasado 1 de octubre La Vanguardia publicó que el juzgado de instrucción 32 de Barcelona investiga si Ángela Dobrowolski intentó asesinar a su marido diabético y millonario inyectándole insulina mientras dormía con el fin de frustrar un divorcio que la habría dejado fuera de la herencia. Más allá de producir la conmoción, la noticia abrió la puerta a un torrente de demandas, insinuaciones, filtraciones y extrañísimas revelaciones sobre la vida privada del productor que han enmarañado el caso hasta límites insospechados. Lo que sigue es un intento de reconstrucción de los hechos a partir de los diversos relatos que se han ido cruzando y superponiendo en los últimos días.
Según explican fuentes muy próximas a la familia, el matrimonio se empezó a desmoronar hace algo más de un año. El entorno de Mainat (y aquí hay que hacer hincapié en la posible parcialidad de los testimonios) apunta a un problema serio de adicciones por parte de Dobrowolski como detonante de la preocupación del productor por su seguridad y la de sus hijos, que propició decisiones como la de instalar cámaras de videovigilancia por todo el hogar que compartían en el barrio de Horta. A principios del 2020, la pareja acordó hacer vidas separadas y Mainat encargó iniciar los trámites del divorcio.
Los Mossos que investigan el caso manejan la hipótesis de que a principios de junio Dobrowolski tuvo conocimiento de la intención de Mainat. El divorcio le garantizaba una indemnización y una pensión vitalicia de 1.500 euros mensuales pero la alejaba de la fortuna del productor, que algunas fuentes estiman en unos 70 millones. Así que decidió hacer algo para impedirlo. Matar, por ejemplo.
El productor se hallaba en plena cruzada contra el envejecimiento cuando conoció a Dobrowolski