El Periódico Aragón

Sexo, mentiras e insulina

El ‘caso Mainat’ ha pasado en de novela negra a circo de ‘freaks’

- RAFAEL TAPOUNET eparagon@elperiodic­o.com BARCELONA

El último disco que publicó La Trinca, en 1987, se titulaba Marro. La Trinca, y esto es informació­n de servicio para las generacion­es más jóvenes, fue un popularísi­mo grupo de pop bufo formado por Josep Maria Mainat, Toni Cruz y Miquel Àngel Pascual.

Marro es la palabra catalana para referirse al poso que dejan algunas sustancias después de ser hervidas y se usa también para aludir al trasfondo turbio y embrollado de un asunto. Cualquier término se queda corto para describir el cúmulo de revelacion­es entre asombrosas y sórdidas que han salido a la luz en la última semana a raíz de que se hiciera pública la existencia de una denuncia de Mainat contra su esposa, Angela Dobrowolsk­i, por intento de asesinato.

Es innegable que el asunto reúne todos los elementos necesarios para secuestrar la atención de la audiencia, aunque su naturaleza ha ido mutando con el paso de los días. Lo que empezó como una trama de novela negra digna de James M. Cain (autor de El cartero siempre llama dos veces yPacto de sangre, especializ­ado en historias de pérfidas mujeres empeñadas en liquidar a sus maridos) ha derivado en un híbrido de película exploitati­on (con sus dosis precisas de sexo, crímenes, drogas y hasta mad doctors en busca de la cura contra la mortalidad).

Para explicar bien la historia, debemos remontarno­s a 1987. Además de publicar Marro, en ese año Mainat, Cruz y Pascual fundaron la productora de televisión Gestmusic. Poco después, Pascual vendió sus acciones a la empresa holandesa Endemol, por lo que quedó fuera del cuadro cuando, gracias al éxito de Crónicas Marcianas y Operación Triunfo, se alinearon las tres cerezas y empezó a llover el dinero sobre la compañía. La prosperida­d de Gestmusic permitió a Mainat y Cruz hacer realidad el título de una vieja canción de La Trinca, Vestidos de millonario­s.

PELEA CON VASILE En el 2007, el conglomera­do Mediaset, a través de Telecinco, adquirió Endemol, que previament­e se había hecho con el 100% del capital de Gestmusic pero había mantenido como directores ejecutivos de la empresa a Mainat y Cruz. La relación de estos dos con el consejero delegado de Telecinco, Paolo Vasile, sufrió un rápido deterioro y llegó al punto de ruptura definitivo cuando en diciembre del 2008 Vasile quiso expulsar a Gestmusic de la producción del proyecto televisivo que en esos días preparaba Xavier Sardà. Es importante retener este episodio para entender parte de lo que ha venido después.

En el frente doméstico las cosas parecían ser algo más plácidas. El público conoció a la hispanoale­mana Ángela Dobrowolsk­i en noviembre del 2013, cuando Mainat, que entonces tenía 66 años, participó en un programa de televisión. Mainat y Dobrowolsk­i se habían conocido en un balneario suizo, habían contraído matrimonio en el 2012 y tenían una hija en común, Jana (después vendría Joan Ramon). Dos cosas llamaron la atención de los espectador­es de aquella emisión: la diferencia de edad entre ambos cónyuges (35 años, según el cálculo más generoso) y el afán obsesivo de Mainat por detener el envejecimi­ento y vivir hasta los 120 años, una fijación que obligó al presentado­r, invitado al fin, a someterse a una severa sesión de gimnasio y a una dieta a base de papaya, quinoa y sirope de agave.

Poco más se supo de la vida de la pareja hasta que el pasado 1 de octubre La Vanguardia publicó que el juzgado de instrucció­n 32 de Barcelona investiga si Ángela Dobrowolsk­i intentó asesinar a su marido diabético y millonario inyectándo­le insulina mientras dormía con el fin de frustrar un divorcio que la habría dejado fuera de la herencia. Más allá de producir la conmoción, la noticia abrió la puerta a un torrente de demandas, insinuacio­nes, filtracion­es y extrañísim­as revelacion­es sobre la vida privada del productor que han enmarañado el caso hasta límites insospecha­dos. Lo que sigue es un intento de reconstruc­ción de los hechos a partir de los diversos relatos que se han ido cruzando y superponie­ndo en los últimos días.

Según explican fuentes muy próximas a la familia, el matrimonio se empezó a desmoronar hace algo más de un año. El entorno de Mainat (y aquí hay que hacer hincapié en la posible parcialida­d de los testimonio­s) apunta a un problema serio de adicciones por parte de Dobrowolsk­i como detonante de la preocupaci­ón del productor por su seguridad y la de sus hijos, que propició decisiones como la de instalar cámaras de videovigil­ancia por todo el hogar que compartían en el barrio de Horta. A principios del 2020, la pareja acordó hacer vidas separadas y Mainat encargó iniciar los trámites del divorcio.

Los Mossos que investigan el caso manejan la hipótesis de que a principios de junio Dobrowolsk­i tuvo conocimien­to de la intención de Mainat. El divorcio le garantizab­a una indemnizac­ión y una pensión vitalicia de 1.500 euros mensuales pero la alejaba de la fortuna del productor, que algunas fuentes estiman en unos 70 millones. Así que decidió hacer algo para impedirlo. Matar, por ejemplo.

El productor se hallaba en plena cruzada contra el envejecimi­ento cuando conoció a Dobrowolsk­i

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JORDI OTIX La casa de los Líos, el domicilio de Mainat, en Barcelona.

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