El ultimo 'reality' del productor
JOSEP MARIA MAINAT El magnate de la televisión se encuentra en el centro de un episodio real que ni el más diabólico de los guionistas podría haber imaginado. De Canet de Mar a la inmortalidad, podría ser su divisa.
El fundador de La Trinca y Gestmusic lucha firme por una longevidad que ni el cáncer le arrebató
Episodios propios del más disparatado culebrón aparte, Josep Maria Mainat es conocido y reconocido por ser una verdadera celebridad al haber fundado un grupo mítico como La Trinca, que en los años 70 abrió la carpeta del género gamberro/histriónico en la Nova Canço, y por mostrar gran clarividencia en el mundo de la televisión.
Su trayectoria profesional se forjó en su Canet de Mar natal, donde vio la luz en 1946. Allí formó, 23 años después, La Trinca, con su amigo desde los 13 años, Toni Cruz (el moreno/el guapo) y Miguel Ángel Pascual (el de la barba). En un principio interpretaban canciones que el franquismo prohibió. Pero, ya en Barcelona, subieron el tono y su parodia sirvió de crítica social y política, parapetada tras el humor. Muy lejos estaba Mainat de adquirir un compromiso político como el que le llevó en el 2015, tras haber dejado atrás un socialismo independentista para decantarse por ERC, a figurar en las listas de Junts pel sí.
El éxito del trío transcendió las fronteras catalanas, y, ya en castellano, reconquistaron Latinoamérica, a la vez que se ganaban el respeto de una intelectualidad que no le hizo ascos a ese estilo populachero que ha dejado un legado de 42 elepés. Y que, plasmado en la tele con el programa No passa res! ( TV-3, 1987) les valió nada menos que un Ondas.
Pero, en 1989, ya entrados en la cuarentena, el temor de resultar patéticos con sus astracanadas, unido a que la Transición se había apaciguado y que el boom de las teles abría muchas oportunidades, les llevó a fundar la productora Gestmusic. Cinco años después Pascual vendía sus acciones a Endemol, y ese empujoncito les permitió producir programas de éxito como Crónicas Marcianas y Operación Triunfo.
Aunque también tuvo que ver cómo el espacio que presentaba su cuñado, Xavier Sardà acababa con una etiqueta que a él le da repelús. «Me da asco el término telebasura», dice, porque se refiere al trabajo de muchas personas como «algo putrefacto que solo sirve para desecharlo». Su último proyecto ha sido un reallity, Traders, emitido por el Canal Trader en Youtube -- creado junto con su hijo Pol--, que en lugar de buscar virtuosos en guisos o en dar gorgoritos prepara a inversores.
Un hombre profundamente familiar, su mejor inversión vital son sus cinco hijos: Pol, de 45 años, fruto de su relación con la recientemente fallecida actriz Rosa Maria Sardà; Mar (19) y Misha (16), adoptados en Rusia con otra mujer, y, entrado en la sesentena, los dos hijos que tuvo con la tristemente famosa Ángela Dobrowolski: Jana (9) y Joan Ramon (casi 5). La similitud física de su hija mayor con la de la guionista del episodio más funesto de su discreta biografía provocó en algún medio alguna confusión y la única muestra de disgusto del productor, que había hecho gala de su sorna made in La Trinca retuiteando memes sobre el caso. Como el de unos pueblerinos tomando la fresca, en clara alusión a los medios que estos días están concentrados delante de su casa.
El cambio
En los últimos tiempos, Josep Maria Mainat había sufrido una gran metamorfosis. Libre de aquellas gafas que escondían su caída de ojos y el contraste de su cabello rubio con un saludable bronceado le conferían una imagen de magnate californiano muy alejada del físico un tanto british de años atrás, y que tan bien le vino para dar vida a desgarbadas señoras. Algo que, por cierto, exasperaba a su hijo Pol, que siendo niño no comprendía que fuera el único trinco que se vistiera de mujer, lo que a él le suponía ser blanco de mofas en el cole.
En este curioso proceso, propio de filmes como El curioso caso de Benjamin Button tiene que ver su profunda obsesión por la juventud. En el 2013, hablando de ciencia, el único santo al que le reza, cometaba: «Me gustaría que se solucionase el problema del envejecimiento, o al menos que se retrasase».
En los ultimos años, Mainat había sufrido una gran cambio; su habitual estilo ‘british’ desapareció