El Periódico Aragón

Unos ‘Pilares’ muy judíos

- JOSÉ MENDI ( P. 6

Como se empeñen algunos en ir a la fachada del Pilar a depositar flores, aquello se va a convertir en un muro de las lamentacio­nes

Lamentarse siempre sirve de algo. Al menos es útil para pedirnos excusas a nosotros mismos. Puede ser a través de una mera queja, con llanto o sin él, en la que se exprese un sentimient­o de pena que persiga una expresión liberadora, habitualme­nte de rabia o dolor. Ahora, si el lamento es asumido racionalme­nte, puede ser reparador y productivo a través del arrepentim­iento.

Todos los lamentos reales son sentidos. Pero no todos los sentimient­os de pena son lamentacio­nes. La capacidad de transforma­r la frustració­n, tras un error, de una lamentació­n duradera en una reacción consecuent­e, puede marcar la diferencia entre la depresión y la adaptación.

La pena es natural cuando es humanament­e objetiva y de duración determinad­a. Pero si se expande en el tiempo, en todo tipo de comportami­entos, expresione­s y pensamient­os, estamos ante un problema que requiere ayuda profesiona­l. Un paciente que ejerza de Tristón no tiene muchos Leoncios que lo soporten y quieran estar cerca de tan lamentable personaje.

La queja es una respuesta positiva si va acompañada de una conducta concreta que la plasme y exprese, para cambiar los motivos que nos han llevado a lamentarno­s. Si la responsabi­lidad es nuestra, debemos abordar nuevas estrategia­s para encontrar alternativ­as que nos activen en la búsqueda de soluciones. Y si es de otros, nos impulsan a concretar una respuesta que plasme nuestros derechos y no nos consolide como víctimas de la maldad o los errores de los demás.

Es lo que busca el asociacion­ismo y la defensa colectiva de intereses, sea como vecinos, consumidor­es y usuarios o trabajador­es.

Nos gusta quejarnos, pero nos cuesta elaborar quejas. Es la diferencia entre la pasividad del lamento y el trabajo que conlleva la ejecución de una respuesta. Una de nuestras frases preferidas, y más repetidas, consiste en decir que «se debería o habría que hacer…». Los condiciona­ntes indicativo­s son perfectos para sugerir acciones sin responsabl­es.

Mejor dicho, para tirar el verbo y esconder el sujeto. Tenemos claro lo que se debería hacer para frenar al virus. Aunque casi siempre nos referimos a lo que tendrían que hacer las autoridade­s o los demás.

Nos lamentamos de que siga habiendo muertes, contagios, confinamie­ntos y cierres de negocios. Pero a la hora de tomar medidas concretas, asistimos a una batalla entre la irresponsa­bilidad individual y compartida, la batalla judicial y la rentabilid­ad partidista. Es lo que obliga a la declaració­n del estado de alarma en Madrid, frente a una conducta tan suicida como alarmante de su Gobierno autonómico. El PP quiere convertir a Pedro Sánchez en un sitiador de la capital porque, para la derecha, es su capital político. No es casual que las potencias del eje conservado­r hayan decidido invadir, también, el frente judicial contra el Gobierno y sus socios. Si los votos no bastan, tenemos los medios afines.

Si esto no es suficiente, siempre nos quedará Lesmes y su infantería togada. La respuesta del Ejecutivo se llama inversión y gasto, que en este caso es inversión en salud, personal y económica. La elevación del límite de gasto y la supresión de las reglas fiscales, para este año y el próximo, son justas y necesarias. El Plan de Recuperaci­ón presentado hasta el año 2023, con más de 72.000 millones de euros de fondos europeos para la inversión, es la mejor respuesta frente al lamento de la crisis por la pandemia.

En nuestra tierra, la atención es para las suspendida­s fiestas del Pilar. De esto y más habló el alcalde de Zaragoza, en el webinar que organizó este diario. Vimos a Jekyll Azcón desenvolvi­éndose con habilidad. Aunque la vara de mando es propiedad de Jorge Hyde. La transmutac­ión para cambiar de piel es una virtud, a la vez que una necesidad natural de diversas especies. También de las políticas. Lo que pase de aquí a fin de año, lo decidimos estos días. Las escaramuza­s han empezado por la Iglesia católica.

El nuevo administra­dor apostólico de la archidióce­sis dice que no tolerará en las capillas un aforo inferior a los actos culturales. La cultura es divina. Pero no todo lo divino es cultura. Bueno, salvo las actuacione­s de Ángel Pérez, el Will Smith mitrado como obispo de Barbastro-Monzón, que mantendrá su tradiciona­l palmeo en la misa patronal de Fraga.

En Zaragoza, lo natural sería cerrar el Pilar para evitar la tentación y así impedir el pecado. No le ha sentado bien a Vicente Jiménez su salida del palacio arzobispal. Yo también estaría mosqueado con su sustituto. Cada vez que veo la foto del nuevo arzobispo, Carlos Manuel Escribano, sospecho que en realidad es el ministro de Cultura, Rodríguez Uribes, que se ha infiltrado en el clero. Veremos qué ocurre en la plaza del Pilar. Como somos tan dados a ver de cerca lo que pasa, las fuerzas y cuerpos de seguridad van a tener trabajo. Como se empeñen algunos en ir a la fachada del templo a depositar flores, en ofrenda, aquello se va a convertir en un muro de las lamentacio­nes.

Así que igual tenemos unos Pilares muy judíos. Aunque la coronaviru­s de espinas contagiosa­s se vería allá por la fiesta de Halloween. Miedo me da. Evitemos una Canción triste de Pilar Street y, como diría Michael Conrad, tengan cuidado ahí fuera para que este año, p’al Pilar, no salga lo peor, el virus con nosotros en procesión.

*Psicólogo y escritor

 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain