LAS NOCHES MÁS CORTAS.
Trece denuncias a bares y otras cien individuales en la primera noche del Pilar
Las policías Nacional y Local de Zaragoza mantienen activado un dispositivo reforzado que vigila el cumplimiento de la fase 2, que obliga a los bares a cerrar antes de las 01.00 horas para frenar los contagios. En la madrugada del sábado se impusieron 256 denuncias, de las cuales, 13 fueron a establecimientos hosteleros y el resto a personas que no llevaban mascarilla o por botellón.
EL PERIÓDICO acompaña a la Policía Nacional y Local en el dispositivo para hacer cumplir la norma en las no fiestas
Es 9 de octubre. La noche previa al pregón en la que siempre se respira aires de fiesta en Zaragoza, más aún cuando el calendario fija esta fecha en viernes, como este año. Un cierzo llamado covid-19 sopló en la madrugada del sábado dejando la ciudad desierta a partir de 01.00 horas. Las persianas de todos los bares de la capital bajaron y los últimos clientes se dirigieron a sus casas. Muchos con un cachirulo en el cuello. Lo único que recordaba que el próximo día 12 es el día de la Virgen del Pilar. Para que se cumpla la normativa sanitaria, la Policía Nacional y Local puso en marcha un dispositivo reforzado que recorrió toda la ciudad. Hasta 256 denuncias tramitaron, trece de ellas a bares por incumplimientos de aforo (75%), por tener a clientes bebiendo en la barra o por exceso de horarios, y otras 114 a personas que no llevaban mascarilla o por fumar sin distancia.
El reloj marcaba las 21.30 horas y ambos cuerpos comenzaban a patrullar la ciudad. Unos a pie, otros a bordo de lecheras y hasta sobre dos ruedas, los conocidos como los centellas de la Jefatura Superior de Policía de Aragón. Menos el helicóptero que, por el momento no va a ser activado por la noche, todas las unidades y grupos policiales salieron la calle.
La primera parada es la plaza del Pilar, el corazón de la fiesta. Estaba desierta, salvo las terrazas de bares y heladerías. Un rápido vistazo y las normas, al menos ahí, se estaban cumpliendo. Vigilantes, una patrulla de la Policía de Zaragoza hizo noche en una esquina de la plaza y, en la otra, la Brigada de la Unidades de Intervención Policial (UIP) de la Policía Nacional. Ahí estarán toda la semana.
Muy cerca, en Macanaz, en plena ribera del Ebro, otros agentes inspeccionan para evitar el botellón. Sospecharon de unos, pero en realidad solo llevaban un bocadillo del popular Calamar Bravo. «¿No llevan bebidas?» les preguntó una agente de la Unidad de Pre
vención y Reacción (UPR) del Cuerpo Nacional de Policía. «No, la verdad que nos daba miedo», le contestaron y ella, con una sonrisa, les espetó: «tampoco es eso, que el agua es buena para pasar los calamares». Estos jóvenes mostraron responsabilidad, pero no otros 45 que sí fueron multados por beber en la vía pública. La mayoría en los parques de la ciudad.
La noche poco a poco fue avanzando. Momento de las copas. Rápidas porque a la 01.00 horas el hielo es agua. La mirada policial se fija en los bares de diferentes zonas de ocio como Universidad, Casco, La Magdalena o Cesáreo Alierta. Varios agentes vestidos de paisano fueron la avanzadilla. Por una vez pudieron beber estando de servicio. Al primer incumpliento, aviso.
Eran las 23.30 horas y un importante dispositivo policial con una veintena de agentes cortaba la calle Giménez Soler, muy cerca de la plaza San Francisco. Un agente infiltrado había observado que muchos clientes del bar Zagueño iban sin mascarilla. Sorpreque
tomar una copa tranquilamente y hablar», lamentó Emilio, quien aseguró que ellos procuran evitar, por ejemplo, el acceso a menores.
Este establecimiento está en una zona en la que hay mucho público joven y también menores. Otro de los objetivos de este dispositivo. En este caso son los agentes de la Unidad Adscrita de la Policía Nacional a Aragón los que tienen la competencia, que detectaron a 25 menores de edad en el interior del bar Luces de Bohemia, en la calle Arzobispo Apaolaza. De ellos, 15 fueron sorprendidos con una bebida alcohólica en la mano. Motivo por el que los agentes levantaron un acta de sanción contra el establecimiento.
No fue la única, ya que la distancia de las mesas no guardaba el metro y medio marcado por la ley, además de observar que un cliente estaba consumiendo en la barra. No hubo multas en este lugar por no llevar la mascarilla, posiblemente porque, como decía una de las menores pillada, «ha sido entrar la Policía y han gritado los camareros: ¡Las mascarillas!». Era lo único salvable. «La zona está quemada», señaló un agente haciendo entender que ahí ya no iba a haber más incumplimientos. La presencia policial conlleva también eso.
CIERRE $ Faltaban quince minutos para el horario de cierre y el dispositivo policial decidió desplazarse a la calle San Vicente Mártir. El pub Taboo había sido marcado. En el interior observaron que el aforo podía no estar respetándose. Lo confirmaron al llegar. Por muy poco se pasaban de las 75 personas que podían albergar. «Intentamos cumplir todo, es una obsesión porque no nos podemos permitir que nos cierren, seremos aún más vigilantes», señaló Brayan Merino, encargado del local, poco antes de bajar la persiana. A quien no le gustó la presencia policial fue a uno de los clientes que se enfrentó a los agentes. Acabó multado. No fue el único de la noche, otros 12 lo fueron en otros lugares. El covid-19 no entiende de fiestas=