Un cambio en el hogar
El Zaragoza busca recuperar la senda en La Romareda ganando a un flojo Albacete
No ha podido sentar peor la pandemia del coronavirus a la estadística del Real Zaragoza en La Romareda, que sin el apoyo de su gente padece una debilidad casera casi sin precedentes y que le llevó a tirar por la borda el ascenso en el curso pasado, al ganar solo a la Ponferradina, es decir uno de los ocho partidos, incluido el del
playoff ante el Elche, con siete derrotas, y que ha continuado con el empate ante Las Palmas en el estreno del Zaragoza de Baraja. Para enmendar esa nefasta trayectoria se presenta el Albacete en el vacío Municipal como víctima propicia porque en el cuadro que dirige Lucas Alcaraz, de regreso a la que fue su breve casa en dos nefastos meses de la 18-19, no funciona nada en este curso, con un punto de 12 posibles. El enemigo es un caramelo para los zaragocistas, aunque la igualdad de esta Segunda y las dudas que transmite este Zaragoza pueden hacer que el envoltorio esconda un dulce envenenado.
Eso tratará de evitar un equipo zaragocista que ha sido un dolor en ataque en las dos citas disputadas y que ha mejorado en defensa, dando síntomas de crecimiento como bloque, en el orden, en la intensidad y en la presión que Baraja quiere que sean los dogmas de fe de su estilo. Contando la victoria que llegará en los despachos ante el Alcorcón, el Zaragoza suma cuatro puntos de seis, un buen balance, pero su juego no deja tantas certezas, ni de lejos, como las que supone el bagaje cosechado. En todo caso, en los albores todavía de esta temporada y con dos citas pendientes, frente a Girona y Almería, la paciencia y la tranquilidad son imprescindibles.
Queda camino y hay que ver si de verdad este Zaragoza crece, evoluciona y se convierte en el bloque sólido y con mucho fútbol directo y desde los costados que quiere su técnico, un estilo tan alejado como la noche y el día de la propuesta que usaba Víctor, que por cierto tampoco llevó al ascenso, aunque sin duda la historia se habría escrito de otra forma sin la pandemia de por medio.
MEJORAR EN ATAQUE Habló el viernes Baraja de que su equipo debe ser más profundo y vertical en la zona de ataque. Es vital que lo sea, porque los dos primeros partidos los ha solventado con un remate a puerta en cada uno. Ante Las Palmas, Clau se marcó en propia meta y en Alcorcón el Zaragoza no anotó, aunque el acta dirá que ganó por 0-3. Solo Javi Ros sabe lo que es marcar y el equipo, por mucho que su propuesta, la de Baraja, se sustente en su seguridad como bloque, necesita enseñar más los colmillos en ataque. Y hasta ahora lo hace poco. Quizá la entrada de un rematador puro como el
Toro ayude en esa faceta porque es más 9 de referencia que Vuckic.
La Romareda no tiene a su gente desde el 23 de febrero pasado, pero el fútbol, tras tres meses de parón por la pandemia, echó a andar, no sin dificultades, y con el público lejos de sus jugadores. El Zaragoza ha perdido el alma en su feudo y necesita recuperarla sin esperar a que regresen los suyos, que eso apunta a tardar aún. Necesita también ganar por sus propios medios, no por los errores burocráticos del rival y, sobre todo, necesita crecer, aumentar las prestaciones, lo que permita creer de verdad en este proyecto aún entre sombras e incógnitas.
Mucho más lo está el Albacete, que ha empezado tras su revolución veraniega con muy mala pinta. Con la guillotina ya mirando a Alcaraz se presenta en La Romareda, donde recupera a Fran García, a Peña y a Liberto, mientras que son bajas el exzaragocista Alberto Benito y Javi Jiménez, además de Karim, expulsado de un entrenamiento esta semana. Otro exzaragocista, Ortuño, puede caerse del once para que regrese Zozulia, la amenaza de un bloque que cuenta con el talento de Jiménez y Fuster o el despliegue de Diamanka, de infausto recuerdo para el zaragocismo. No mucha cosa, un rival propicio para que el Zaragoza sepa lo que es ganar en el césped.