El Periódico Aragón

Y la Virgen no despertó

Una ofrenda espontánea en la fachada de la basílica aporta la nota de color a un día «triste» La plaza del Pilar estuvo concurrida, pero más allá de sus límites las calles no se llenaron de gente

- IVÁN TRIGO itrigo@aragon.elperiodic­o.com ZARAGOZA

Yllegó el día. Y las mascarilla­s se convirtier­on en cachirulos. Y los trajes regionales salieron del armario. las flores fueron protagonis­tas. Y ya está, porque la pandemia no permitió ayer a los zaragozano­s celebrar el Día del Pilar como es costumbre, aunque algunos lo intentaron simbólicam­ente con pequeños gestos.

La mejor muestra de ello fue la ofrenda de flores espontánea que se organizó frente a la Virgen del Pilar tallada por Pablo Serrano en la fachada de la basílica. Sabían las autoridade­s que esto podía ocurrir y por ello la presencia policial era más que notable, pero ni la previsión pudo evitar que los zaragozano­s se acercaran, el día 12 de octubre (y durante todo el fin de semana), a honrar a su patrona con un ramo de claveles.

A mediodía, un año sin covid, la plaza debería estar a rebosar y ayer estaba bastante concurrida, pero faltaba algo. No se escuchaban las jotas que otrora resonaban sin cesar. Tampoco había risas ni lágrimas de emoción. Tan solo el repicar de unas castañuela­s que portaba una pequeña vestida de baturra ayudaban a transporta­rse en el tiempo. «Hemos venido a traerle flores a la Virgen. Es el primer Pilar de nuestra hija y queríamos que lo viviera», explicaba una pareja. Al lado, los padres de él, recordaban que la ofrenda original, la primera que se hizo, tenía lugar también frente a la fachada de la basílica.

«Traíamos claveles así, como ahora. No había mucha organizaci­ón», contaba Pepe Ormad. Su mujer, Mari Carmen Gallén, iba vestida con el traje regional: «He sentido mucha emoción vistiéndom­e, pero la verdad es que este año es difícil. No podíamos faltar este año que era el primero de nuestra nieta, pero le pedimos a la Virgen que el año que viene lo podamos celebrar en condicione­s», pedía después de hacerse una foto.

Y lo cierto es que, a pesar de no estar organizado, la gente guardaba cola de manera ordenada para poder depositar sus ramos frente a la talla y hacerse una foto. Se pedía la vez, como en los mercados, y en

«Esto era previsible. Se podría haber organizado algo mejor», dice una mujer

ningún momento llegó a arremolina­rse gente suficiente como para que la Policía se preocupara. «Esto era previsible. Fíjate si no se podría haber organizado algo pequeñito pero suficiente para poder hacer la ofrenda. Esto no tiene que ver con la fiesta, es el día del Pilar. Las jotas no hacen daño a nadie», lamentaba una mujer, que junto con otras dos vestían también con los ropajes tradiciona­les. «Nos vestimos el viernes, el sábado y hoy (por ayer) también», comentaba la más joven.

«Nos da mucha tristeza. Hay muy poca gente vestida y no estábamos seguras ni de que íbamos a poder acceder a la plaza, pero mira», comentaba la tercera señalando las decenas de ramos apoyados en el muro del templo mariano. Aunque no todo el mundo fue igual de previsor. «¡Ya sabía yo que tenía que haber comprado flores!», se quejaba otra mujer al teléfono.

10 MINUTOS DE ESPERA $ Para entrar al Pilar había fila. El acceso estaba vallado y había que dar la vuelta por detrás del ayuntamien­to para poder guardar cola. La espera no iba más allá de los 10 minutos para poder entrar. «Hemos decidido venir a última hora porque nos daba miedo que hubiera mucha gente», comentaba un hombre, Pedro, a punto de entrar en el templo.

Y es que la basílica del Pilar fue el gran atractivo, puesto que la imagen en las terrazas y los bares de alrededor de la plaza distaba mucho de parecerse en nada a cualquier otro 12 de octubre. En algún restaurant­e decían incluso que el fin de semana había sido peor que los anteriores. «La gente ha bajado a ver a la Virgen y se ha marchado», comentaba la hostelera. Al lado de su local, un furgón de la Policía Nacional velaba porque no se sobrepasar­a el aforo en la plaza. En la calle del Coso, Mariángele­s Aguilar preparaba ramos en su floristerí­a, Eliflowers. «Han pasado unas 30 o 40 personas en todo el fin de semana para comprar flores y dejarlas en la plaza. Estamos trabajando más de lo que me esperaba», comentaba.

Conforme uno se alejaba del Pilar los trajes y las flores comenzaban a desaparece­r. El paseo Independen­cia

estaba tranquilo y no había alboroto más allá de unos cuantos bocinazos de coches que participab­an en una manifestac­ión convocada por la ultraderec­ha. En el cielo, el helicópter­o de la Policía Nacional emitía el único sonido disonante con la normalidad de un día covid cualquiera.

Antes, por la mañana, el alcalde de Zaragoza, Jorge Azcón, y la vicealcald­esa, Sara Fernández, comparecía­n ante los medios para desear un feliz día del Pilar a todos. Los dos incorporar­on detalles pilaristas en su indumentar­ia: él lució una corbata con pequeñas imágenes de la virgen y la ella unos pendientes tradiciona­les. «A pesar de todo hoy es el día grande de la ciudad», decía el regidor, que agradeció a los vecinos de la ciudad haberse comportado «con responsabi­lidad durante estos días». «Esperemos que en el 2021 celebremos el mejor Pilar de la historia de la ciudad», añadió.

Y más allá del plano virtual, los balcones de los zaragozano­s volvieron a ser lugar de homenaje y reconocimi­ento en el día de ayer. La Unión Peñista convocó a los vecinos de la ciudad a salir a aplaudir a los balcones a las 20.00 horas en honor a la Virgen del Pilar. Algunos incluso acompañaro­n el aplauso con la jota-pasodoble Sierra de Luna, la canción que más se hubiera escuchado estos días si el covid no hubiera aparecido. Y este año su letra cobra un nuevo sentido si cabe. El Ebro no tuvo que guardar silencio porque toda la ciudad enmudeció entristeci­da al no poder ver el manto florido de la Pilarica. Este año la Virgen permaneció dormida. No hubo jotas ni fiesta que la hicieran despertar.

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ÁNGEL DE CASTRO Los zaragozano­s se acercaron a la basílica para dejar sus ramos en la talla de la Virgen.
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ÁNGEL DE CASTRO El paseo Independen­cia, sin apenas gente, es una imagen poco usual para un 12 de octubre.
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Se acumularon decenas de ramos de los oferentes espontáneo­s.
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ÁNGEL DE CASTRO La plaza del Pilar fue el lugar más concurrido, pero no hubo incidentes.
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ÁNGEL DE CASTRO La fila para entrar al Pilar era ágil y se recorría en 10 minutos.
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JAIME GALINDO Los peñistas salieron a los balcones a aplaudir a la Virgen.
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ÁNGEL DE CASTRO

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