La oportunidad de rendir tributo a la Virgen
«Con un signo de cabeza nos damos la paz», apuntaban desde el altar. «No se dice amén cuando recibamos el cuerpo de Cristo», recomendaban en la comunión.
La misa Pontifical terminó con una gran ofrenda. Participaron Jorge Azcón, Vicente Jiménez, Joaquín Aguilar (del Cabildo Metropolitano), los infanticos Pablo y Nicolás, Julián Roldán (general del Ejército del Aire), Carlos Crespo (general jefe de la Guardia Civil en Aragón), Juan Carlos Hernández (jefe superior del Cuerpo Nacional de Policía en Aragón), Luis
Alberto Lasuén (de los Caballeros de la Virgen del Pilar), Rosa María Gil (de las Damas de la corte de honor de la Virgen), Mariano Gil (delegado episcopal de las cofradías de Zaragoza), y el matrimonio Bona Andrés, en representación de todos los aragoneses.
El himno a la santa madre cerraba la mañana más extraña que se recuerda en el día grande de Zaragoza. Y tras él, un aplauso generalizado en el santuario y un grito al unísono de todos los feligreses que decía: «¡Viva la Virgen del Pilar!».