El Periódico Aragón

Las ‘no fiestas’ de Salvador Illa

- Álvaro Sierra PERIODISTA

El sacrificio ha sido inmenso. Una ciudad confinada de espíritu festivo en unas fechas tan señaladas por las fiestas del Pilar ha dado una imagen de responsabi­lidad. El ejemplo de Zaragoza en las suspendida­s fiestas no solo ha sido individual, sino que ha antepuesto el bien común sanitario a la crisis existente.

Las calles estaban huérfanas del sonido de castañuela­s, los barriles no circulaban con vigorosida­d por el emblemátic­o Tubo y nadie pudo rendir homenaje en su altar floral a la Virgen del Pilar. El año 2020 es un borrón en nuestra historia más fraternal.

El sacrifico global de la ciudad generará más números rojos en la cuenta de resultados de la hostelería, más estrés emocional en núcleos familiares y un distanciam­iento más dañino en nuestro fervor ciudadano.

Ya ni siquiera agradecemo­s algún gesto de cariño o mensaje de felicitaci­ón de nuestros dirigentes nacionales por el día de todos. Que no lo ha habido, pero tampoco lo esperábamo­s tras años de ninguneo a la fidelidad de Aragón a nuestro deber.

Pero las palabras de Salvador Illa retorciend­o la realidad epidemioló­gica durante las inexistent­es fiestas del Pilar sobre los aumentos de contagios en Aragón es la gota que colma el vaso. El ministro de Sanidad,

Las palabras del ministro retorciend­o la realidad sobre los contagios es la gota que colma el vaso

sin comité de expertos que le ilustrara, no debió de ver las imágenes de una Zaragoza responsabl­e.

Porque ni en la innecesari­a manifestac­ión auspiciada por Vox se logró ver a un nutrido grupo de zaragozano­s. Nada de nada. Tan solo las ofrendas espontánea­s en la basílica del Pilar fueron el contraste en una ciudad responsabl­e.

La ocurrencia constante de Salvador Illa sí que es una fiesta del desconcier­to. En otro país con algo más de autocrític­a política --en tal crisis sin precedente­s-- ya habría dimitido. Pero no. Seguirá siendo el gestor de la segunda ola que se acerca.

Los datos de Aragón correspond­en al día 9 donde se registró un pico preocupant­e. Pero principalm­ente en Teruel, como la provincia con peor tendencia. Quizá es que celebramos las no fiestas hace unas semanas en Teruel y nadie se enteró. Es de primero de salud pública en tiempos de coronaviru­s que el bicho tarda en incubar hasta cinco días.

Culpabiliz­ar a los aragoneses del aumento de contagios durante estos días es caer en la inercia de la que peca el Gobierno desde hace meses. La culpa es del otro. Quizá el ministro haga con la lotería de Navidad lo mismo que con sus intervenci­ones, adelantars­e tres meses a una ilusión.

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