Suma cautela
Parecen correr vientos optimistas últimamente en cuanto a la lucha contra la pandemia allá por el gigante asiático. Porque da la ligera impresión de que las claves de su mejoría respecto al resto del mundo, ha sido por la inmediatez de la puesta en marcha de las medidas de su Gobierno, como fueron –entre otras– el cierre a cal y canto de sus fronteras, los test masivos, los rastreos y los confinamientos selectivos de la población, desde el mismo momento en el que el maldito corona virus apareció. Ahora bien, tanto el hecho de que pregonen que desde mediados de agosto oficialmente no han declarado ni un solo positivo como el de que alardeen que su actividad cotidiana se ha aproximado a la «antigua normalidad», invitan acto seguido a la duda, recelo y escepticismo, es decir, a que ambas manifestaciones sean puestas en tela de juicio. Y es que siendo el hermetismo de China un arma política y un secreto a voces propio de las generaciones de sus dirigentes políticos, cualquier noticia procedente de aquellos lares es absoluta y totalmente recomendable tomarla con suma cautela.