El Periódico Aragón

Esta casa es oro puro, un privilegio, un regalo de Dios», dice Gregorio Ramos

- IGNACIO MARTÍN imartin@aragon.elperiodic­o.com ZARAGOZA

Josefina rompe a llorar nada más cruzar el umbral de su nuevo pisito. Gregorio Ramos, su marido, sonríe emocionado: «Vamos a disfrutarl­o, hijica mía, que nos lo hemos merecido», le dice mientras mueve la cabeza satisfecho contemplan­do lo que a sus ojos es una mansión, por mucho que se componga de una habitación, un salón-cocina y un baño. Ahí nadie cuenta los metros, solo las soluciones. Lo que ven es tranquilid­ad, futuro, una casa donde vivir en paz. Aún mejor, «la mayor alegría de mi vida», como repite el señor Ramos, de 74 años, en reflexión que antes y después comparten los nuevos habitantes de los 26 pisos construido­s en el espacio que durante ocho decenios ocupó la imprenta de Tomás Blasco, desde ayer el edificio estrella de la plaza Ecce Homo, justo detrás de la Audiencia de Zaragoza.

La mayoría de los nuevos inquilinos llega de casas en mal estado, alguna pésima incluso, de pagar alquileres con los que no podían cargar, de pasar mucho frío, calor también, de subir 7 plantas o de vivir en un trastero. Sí, bajo suelo, como indica el contrato de alquiler de Mónica Martín, que en unas horas espera dejar su domicilio actual en la calle Las Armas, un espacio «horrible» donde no hay «ni ventanas, ni luz natural, ni calefacció­n ni nada. Es lo peor. Hace un frío que pela, tanto que en verano es como si tuviera aire acondicion­ado de lo fresquito que se está».

No extraña así que esta camarera tenga bien claras sus primeras sensacione­s: «A mí me ha tocado la lotería, así de claro», cuenta Mónica, que llevaba desde el 2014 esperando la llamada de Zaragoza Vivienda. El corazón se le aceleró cuando le sonó el teléfono hace un mes, un tiempo que le ha parecido una eternidad. Por eso no piensa desperdici­ar ni un minuto. «Me voy a desmontar la cama y me vengo mañana mismo». compra... Yo haré lo que haga falta, estoy encantada de estar aquí», remata Mónica desde su 3º E.

La felicidad es gigante desde hace días, aunque a alguno le han matado los nervios. «Llevo una semana muy nervioso, pero es que, encima, esta noche no he podido pegar ojo», explica Gregorio, inquieto por abandonar su domicilio actual en la calle Santa Orosia, «un piso viejo en el que se cuela el aire por las ventanas», nada comparado con el nuevo, donde está todo «tan bonito y bien preparado» aunque esté aún vacío.

«Iremos poniendo muebles poco a poco y compraremo­s un microondas baratico, que es lo único que falta». Lo dice así Ramos, pero no le suena a queja. Por si acaso, matiza: «Para mí esta casa es oro puro, un privilegio, un regalo de Dios después de lo mal que lo he

Saludos (( -

La mayor alegría (( -

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain