Esterilizar a personas con discapacidad, cerca de su fin
El Congreso de los diputados aprueba acabar con estas prácticas El colectivo avisa de que causan una «mayor exposición a la violencia y al abuso»
Una de las reivindicaciones históricas del colectivo de personas con discapacidad, el fin de las esterilizaciones forzosas de personas incapacitadas juridicialmente, está cada vez más cerca. El Congreso aprobó ayer una proposición de ley que modifica el Código Penal con el fin de ilegalizar estas prácticas, que en la última década se han aplicado a más de un millar de mujeres con discapacidad en España.
Una vez respaldada por la Cámara baja, la propuesta volverá al Senado. donde los grupos tienen un mes para presentar enmiendas, si bien es probable que no lo hagan o que los retoques sean mínimos. La proposición de ley fue presentada allí por Cs en enero y aprobada por una amplia mayoría. El colectivo de personas con discapacidad espera que la norma vea la luz antes de diciembre.
La ley recoge el texto impulsado por el Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (Cermi) y la Fundación Cermi Mujeres, quienes se hicieron eco de la petición del Comité de Derechos de las Personas con Discapacidad de la ONU, que en marzo del 2019 instó a España a desterrar de la legislación la esterilización no consentida de personas incapacitadas judicialmente.
Asimismo, el Comité de Bioética, órgano consultivo del Gobierno, hizo una recomendación en este sentido, con el fin de que estas personas gocen de los mismos derechos que el resto.
Según el Cermi, en torno a 1.000 mujeres han sido esterilizadas desde el 2005, si bien no hay datos concluyentes puesto que las cifras proporcionadas por el Poder Judicial sobre procedimientos abiertos no permiten conocer el final de los mismos ni el sexo de los demandantes.
Las esterilizaciones no consentidas se aplican porque, en muchos casos, desde el entorno sociosanitario se aconseja adoptar esta medida o incluso se exige para que mujeres y adolescentes accedan al centro. Normalmente se practican en la primera menstruación, cuando la mujer alcanza la mayoría de edad o tras el nacimiento de su primer hijo. Pero «lo único que provocan es una mayor exposición a la violencia y al abuso, porque el entorno más próximo conoce que no va a haber posibilidad de embarazo», dice Ana Peláez, de Cermi Mujeres.