Manolo Caro viaja al drama con ‘Alguien tiene que morir’
Cecilia Suárez, Ernesto Alterio y Carmen Maura, en el reparto
Manolo Caro cambia su colorido y luminoso México natal en el que ambientó La casa de las flores por la gris posguerra franquista en Alguien tiene que morir, su nueva miniserie de tres episodios, que llega a Netflix hoy con un elenco en el que están Cecilia Suárez, Ernesto Alterio, Carmen Maura, Esther Expósito y Carlos Cuevas. Como en su anterior trabajo, los secretos familiares son el centro de la trama, aunque ahora sustituye el frenético ritmo de la comedia por un relato dramático más pausado y marcado por el thriller.
«La represión no es solo cosa del pasado. Es importante revisitar la historia para darnos cuenta de que una situación como la que plantea la serie puede estar más cerca de lo que creemos y que estemos alerta para no volver a permitir este tipo tipo de cosas», explica Caro acerca de la persecución que sufren los protagonistas por los rumores acerca de su homosexualidad, que podían marcar su vida en esa encorsetada España de 1954 que él presenta.
La trama comienza con el reque greso a casa del joven Gabino (Alejandro Speitzer), después de 10 años viviendo en México. Su llegada, acompañado de un amigo bailarín (el reconocido bailarín mexicano Isaac Hernández), sorprenderá a toda la familia y desatará las habladurías de la gente, algo podía ser muy peligroso en aquella época. «Gabino descubre nada más llegar que su vida va a tener que ser un secreto, cosa que no ocurría de donde él viene», explica el actor mexicano.
Su madre (Cecilia Suárez), una mexicana que lleva 20 años viviendo en España, y su padre (Ernesto Alterio), subdirector general de seguridad del régimen franquista, se enfrentarán de forma muy diferente al implacable qué dirán. «Mi personaje está en un ambiente en el que se cree que las mujeres no tienen derecho a opinar. Eso la marca y tiene que encontrar otras formas de actuar que no sean visibles para el resto de la familia, a pesar de que no le esté permitido», recalca la actriz, que fue Paulina de la Mora en La casa de las flores y que aquí se desprende de su característico acento mexicano. «Lo lindo de ver es cómo en esa época la gente también va a encontrar su manera de amar, más allá de la opresión», añade Alterio.
Si en su anterior trabajo Caro sumergía a los protagonistas en el negocio floral («Siempre quise tener una florería, pero se me atrevesó el cine», se justifica el creador), ahora el escenario en el que se desarrolla la historia es un club de tiro. «Justo haciendo la investigación me pasaron un vídeo de la posguerra con esas familias haciendo el tiro al pichón y me pareció muy fuerte que esa sea una práctica que siga ahí», remarca.