Ahorro, mascarillas y cine
Cuenta la prensa que durante el segundo trimestre las familias y empresas de la comunidad ahorraron 2.749 millones de euros. A la fuerza ahorcan. Poco podíamos gastar durante el confinamiento, en comida y poco más. Comprobamos que el ser humano es muy adaptable, que podíamos vivir sin celebraciones, sin fútbol, sin actividades culturales, sin bares, sin desfiles, sin procesiones, sin fiestas patronales. Vivir de otra manera, pero vivir sin que nos faltase lo imprescindible o esencial. Ni Semana Santa, ni el Pilar y previsiblemente sin Navidades.
En esta Navidad lo único que no faltará en las calles serán las luces, cuya instalación ya ha empezado. Veremos, sin duda, a Papá Noel y a los reyes magos con mascarilla. Los aparatos tecnológicos y los libros (quien los tuviese) aliviaron bastante el encierro.
Pasamos un arresto domiciliario con libertad condicional, una prueba que nos servirá para encarar otros posibles confinamientos. Los espectáculos están sufriendo mucho la carencia de espectadores. Los carteles de «completo» parecen cosa solo del pasado. La campaña «Yo voy al cine» intenta animar al espectador a que acuda a las salas, asegurando que son lugares seguros.
La poca asistencia se justifica con el miedo al virus y los pocos estrenos de películas interesantes. Creo que los distribuidores tienen buena parte de culpa. El eslogan debería decir «Yo voy al cine y al aseo». No es lógico que cuando entras en un cine te diga el portero que no puedes ir al baño cuando acabe la película, que has de ir antes. Es decir, tienes que orinar cuando te digan, no cuando lo necesites. ¿Cómo es posible que en un lugar público te prohíban entrar en un baño? Esto no pasa en los bares ni en los restaurantes ni en gimnasios, etc.. Uno suele salir meado de casa y y tras dos horas sentado en una butaca es cuando urge aliviar la vejiga. Muchas mujeres y hombres mayores son clientes de las salas y tienen problemas de vejiga o de próstata. ¿Cómo se les puede prohibir entrar en un baño? Los empleados de los cines, antes acomodadores, son ahora vigilantes. Conozco gente que ha dejado de acudir a las salas de cine por este impedimento y yo me lo pienso mucho antes de ir. En casa puedes ver una película cuando se quiera sin que alguien te imponga limitaciones.