Embotellados
Las ucis de Huesca y Teruel ya se han desbordado y comienza a inundarse Zaragoza sin haber llegado el invierno
La diferencia entre un optimista y un pesimista está en que uno ve la botella medio llena y el otro medio vacía. Como ven, hoy estoy original. Sin embargo, ninguno de los dos ve la botella, porque no la miran. Ambos interpretan su contenido a conveniencia. Lo único objetivo es el envase. Pero preferimos elucubrar sobre lo desconocido, antes que constatar hechos comprobables y mensurables.
Hoy sabemos que es más importante estudiar la cantidad y la calidad del sueño, a través de la neurofisiología, que descifrar su contenido onírico. La interpretación de los sueños de Freud es una brillante obra literaria pero no tiene validez científica. Nos ha costado decenios llegar a una conclusión sencilla: los sueños son los pensamientos que tenemos mientras dormimos. Ni más, ni menos. Si estamos todo el día dándole vueltas a algo, lo más probable es que por la noche sigamos haciéndolo. Eso sí, de otra forma. Algunos interpretan, mágicamente, las elaboraciones nocturnas dando contenido a lo que no lo tiene.
Transforman sus sueños en nubes, a las que buscan parecidos con la realidad. Pero la solidez de ese diccionario inmaculado de sueños se volatiliza con la más ligera brisa. Resulta más atractivo ese acercamiento místico a nuestras ensoñaciones, que el frío análisis de un laboratorio del sueño, lleno de ondas cerebrales sísmicas. La ciencia es así. Es la razón por la que, en psicología, los test proyectivos han perdido su utilidad en las consultas profesionales, aunque mantengan la nostalgia de su creatividad. Ahora utilizamos instrumentos científicos rigurosos para analizar el comportamiento, y no deducciones arbitrarias sobre la personalidad, basadas en lo que ve un paciente al mirar una mancha de tinta indescriptible.
Así que si usted está preocupado porque siempre ve la botella a medias, analice el recipiente, compruebe su material y textura y lea la etiqueta sobre su contenido. Le garantizo que sabrá lo que hay dentro de la botella.
La actualidad política no permite interpretaciones. La opinión, como el Dios de Nietzsche, ha muerto al privatizarse en las trincheras de lo sectario. Ya no hay opinión pública. Sin opinión compartida no es posible el debate. Y sin debate no hay construcción. Las votaciones no son las conclusiones mayoritarias de intervenciones parlamentarias sino las sirenas que avisan del próximo bombardeo dialéctico.
La derecha insiste en romper la barrera del sonido político con estampidos que hagan añicos el entendimiento. Si la pandemia debilita las defensas, el envenenamiento puede ser efectivo. Aunque los daños colaterales lleven a la muerte de personas, el empobrecimiento de un país y el cierre de multitud de negocios. Cabe la posibilidad de que la frustración se alíe con el miedo y el enfado, para que los apoyos al Ejecutivo disminuyan. La jugada magistral de Casado y Abascal consiste en que la mayoría que ha sido protegida por los ertes termine votándoles para que puedan destruir, con su apoyo, el respaldo social que hoy tienen esas mismas personas. Nada nuevo. Así fueron los recortes que protagonizó Rajoy, tras su ofensiva contra Zapatero, al ganar las elecciones en el 2011. Casado ha peregrinado a Bruselas para explicar que quiere ver la botella de España, vacía. No ha contado por qué bloquea la renovación del poder judicial. Solo ha ido a chivarse de que quieren quitarle su juguete por mayoría, cuando él puede retenerlo por veto. Con su viaje esquiva y desvía la atención de la confirmación de la condena del caso Gurtel, que constata la financiación irregular del PP. Es el famoso principio de acción y reaccionarios.
La pandemia aprieta los números y el virus comienza a ahogar los recursos sanitarios. Los diques de contención en ucis de Huesca y Teruel ya se han desbordado y comienza a inundarse Zaragoza sin haber llegado el invierno. Pero este no es nuestro mayor problema. Con Javier Lambán ya recuperado, se echa de menos su presencia para afrontar en lo inmediato medidas preventivas serias que hagan de vendas ante las heridas que se ciernen. Lo vemos en zonas de Europa y España con menor riesgo extremo que el que vivimos en Aragón. Cierto que el problema es más individual que social. Lo que tiene difícil solución administrativa o policial porque la conciencia sigue siendo, afortunadamente, inviolable.
El presidente tendrá que centrarse en lo urgente sin pensar en lo prioritario de sus apoyos políticos. Mantiene admiradores conservadores para negociar las cuentas. Pero como pasa en Madrid, en realidad es para que no negocie con otros. Mal empezamos. Si Aragón sigue el modelo Moncloa, el documento base debería ser acordado primero con sus socios, para luego abrirse a pretendientes como los naranjas.
La tentación de sentirse tan deseado es engañosa. Siempre debemos saber si nos quieren más a nosotros o en realidad odian mucho más a nuestra actual compañía. Si estás en la izquierda no puedes ser el centro del parlamento. Lo importante no es si la botella de la política la vemos medio llena de izquierda o derecha. Lo fundamental es que la botella sea progresista. En nuestra existencia sucede algo similar. Nos preocupa sentirnos embotellados, con nuestra vida medio llena o medio vacía. Solo cuando se agrieta, nos damos cuenta de que la vida era la botella.