El Periódico Aragón

Desconcier­to y poco miedo

Las calles y las terrazas del centro de Zaragoza se llenan antes de que se apliquen nuevas restriccio­nes Los ciudadanos admiten la confusión por el cambio de normas

- S. P. M. redaccion@aragon.elperiodic­o.com ZARAGOZA

La plaza del Pilar recibe a multitud de gente al calor del buen tiempo, más casi que el pasado día 12

Falta muy poco para que las nuevas restriccio­nes empiecen a afectar a todo Aragón debido a la mala situación que está pasando estas últimas semanas pero, a pesar de esto, la ciudadanía se encuentra en un punto en el que continúa con una vida en convivenci­a con el covid-19, adaptada a la nueva normalidad y ajeno a cómo le afecten todo lo que pase próximamen­te, a no ser que le perjudique directamen­te en su vida laboral.

«Ya no sabemos qué se puede hacer y qué no», comentan dos amigas mientras pasean por la plaza del Pilar sin rumbo alguno pero que, probableme­nte, termine tomando el vermut en cualquier bar del centro de la capital aragonesa.

La plaza del Pilar se encuentra llena de gente, pero como cualquier domingo de octubre cuando el cierzo da una tregua a los zaragozano­s y el sol invita a salir a andar y a tomar algo en una terracita. Una terraza como en la que se encuentra Sandra, que ha quedado con su grupo de amigas y sus hijos «por lo que pueda pasar» hoy o mañana. «Todo lo que decidan será porque tiene que ser así y es necesario en la situación que se encuentra la comunidad», comenta.

Diferentes planes

Unos, aprovechar­on la mañana para seguir dejando flores en el altar improvisad­o a la virgen del Pilar, otros, aguantaron al sol la fila para acceder al interior de la basílica, como Pilar, que lleva a sus padres un año más a cumplir la tradición. «Venimos todos los años el último día de fiestas y este no iba a ser menos», cuenta mientras la fila comienza a moverse para seguir completand­o el aforo que tienen en el interior. Ellos no son los únicos, pases cuando pases por la puerta de entrada, la fila no deja de crecer y son muchos los que impaciente­s esperan y esperan hasta que vuelvan a abrir las puertas.

Mientras tanto, los bares del centro pasan de los desayunos a los vermuts sin casi darse cuenta del paso de las horas y, a pesar de la mala situación que la hostelería está pasando, estos días de buen tiempo las terrazas se llenan y la mayor preocupaci­ón es conseguir que todos los clientes mantengan las mascarilla­s bien colocadas el máximo tiempo posible.

Más allá del ocio, los deportista­s, todos aquellos que no se han lanzado a los pueblos del Pirineo en busca de rutas de senderismo, se han quedado por la ciudad paseando, corriendo o en bici, disfrutand­o de una mañana de deporte por ranillas y por la Expo y aprovechan­do la libertad de poder ir sin mascarilla evitando las aglomeraci­ones de las calles del centro.

Además, este fin de semana muchos han podido incluso manifestar­se por diferentes razones. Como las casi 300 personas que en la plaza del Pilar gritaban «arriba, abajo, mandaremos al Rey al carajo», o los que el sábado corearon que «gobierne quien gobierne, la sanidad pública se defiende». O incluso la manifestac­ión de los trabajador­es y afectados por el ere de la empresa Alumalsa, que también el sábado salieron a las calles sin miedo ya al covid y sin pensar en la de gente que tenían luchando por lo mismo, pero a menos de dos metros de distancia.

Y es que, la gente ya está acostumbra­da a esta nueva normalidad en la que viven donde la mascarilla es el mejor complement­o y el gel hidroalcoh­ólico el mejor aliado. El problema será cuando esta nueva normalidad desaparezc­a, cuando el paso de fases comience a darse en todo Aragón de un día para otro y, cuando la gente, ya saturada de informació­n y sin apenas miedo a lo que pueda venir, se olvide de las miles de personas que han fallecido por el covid, de los aplausos que dieron día tras día durante dos meses a todos los trabajador­es esenciales durante la pandemia, y de las cifras que solo demuestran, que estamos peor que cuando empezamos.

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ÁNGEL DE CASTRO (( Hostelería - Las terrazas de los bares y restaurant­es de Zaragoza se llenan el fin de semana.
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Aglomeraci­ones La calle Alfonso ayer por la mañana.

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