: FM DPWJE WBDJÒ MB IVDIB
La comunidad debe articular medidas excepcionales para afrontar el aumento de la desigualdad, la falta de recursos públicos y preparar una salida rápida de la pandemia
¿Cómo saldrá Aragón de la crisis el covid? ¿Y sus ciudadanos? ¿Cuándo? ¿Tendrá músculo suficiente como para levantarse de un golpe tan duro? Las incógnitas rodean el desenlace de una pandemia como la del coronavirus que amenaza con atizar duro este otoño e invierno próximos. Quizá demasiado. A estas alturas, y tras más de siete meses de tsunami sanitario, económico y social, pocos dudan ya de que la salida de crisis no será en V como se creía en un principio. De esta recesión se saldrá en K porque habrá muchos ciudadanos que se hundirán en el pozo de forma casi irremediable y otros, sin embargo, lograrán superarla casi de puntillas, sin inmutarse y sin notar ni siquiera un ligero impacto económico, más bien al contrario.
La desigualdad, en definitiva, será el testamento que deje el coronavirus. Muchos autónomos, empresas y trabajadores quedarán varados a la espera de que el Estado les rescate como ya hizo con la banca en la anterior crisis económica. Mientras, los más afortunados --funcionarios, algunos profesionales liberales y trabajadores cualificados, entre otros-- verán cómo los precios y el coste de la vida bajan y sus nóminas se mantienen o se revalorizan. En resumen, unos ganan y otros pierden. Es la cara y cruz de una misma moneda. Cruel.
Por ello, quizá haya llegado el momento de apelar a la solidaridad real en una coyuntura en la que las arcas del Estado anticipan años de déficits sin precedentes y supuran escasez de recursos por los cuatro costados. Ante situaciones excepcionales será preciso adoptar medidas excepcionales.
Es por esto que el Gobierno de Aragón debería activar mecanismos que abarquen desde cambios en la fiscalidad hasta la reducción de la carga burocrática, pasando por un impulso (dentro de las posibilidades) de la inversión productiva para tener cierta inercia cuando esta pesadilla termine. Y todo ello sin olvidar el refuerzo de los fondos destinados a sanidad y educación, dos áreas vitales que marcan el futuro de toda sociedad, y un consenso político que la ciudadanía pide a gritos.
El FMI recomendó la pasada semana subir los impuestos a los ricos y a las empresas rentables para poder pagar la factura de la crisis. ¡El FMI!, quién lo diría. El diagnóstico es acertado, aunque habría que recordar al organismo que la ortodoxia aplicada en las cuentas públicas durante la última recesión ha pasado factura a muchos ciudadanos que todavía no se han recuperado de tal revés.
Vuelta de tuerca
De puertas hacia dentro, Aragón, además de introducir cambios fiscales para luchar contra los efectos del covid, debería impulsar la creación de empresas de mayor tamaño. Compañías más fuertes para afrontar embestidas como la de la pandemia, que basen su estrategia en la internacionalización, la innovación y en el uso intensivo de las nuevas tecnologías.
Mientras, los sectores más dañados por la crisis (el comercio, la hostelería y el turismo) deberían contar con una estrategia específica para encarar su refundación. El plan tendría que incluir ayudas para la implantación del comercio electrónico, fondos para la reinvención de la restauración y la hostelería y apuntalar un turismo rural que ha emergido en los últimos meses como un gran activo. Y para todo ello será vital hacer buen uso de los fondos que lleguen desde Europa. Sin visiones cortoplacistas. A futuro.
Buscar un equilibrio
La dificultad de estos sectores ha de compensarse con la pujanza del sector de la agroalimentación, la eclosión de las energías renovables, el ímpetu del sector del automóvil y el dinamismo de la logística y la llegada de los tres centros de datos de Amazon. Se trata, por tanto, de buscar un equilibrio que evite que Aragón naufrague o vaya a la deriva los próximos años.
No hay duda de que las arcas autonómicas quedarán maltrechas porque son muchas las necesidades. Los presupuestos del 2021 serán los de la supervivencia, pero si se salen adelante con criterio y con consenso, pueden evitar muchos disgustos ahora y en el futuro. Lo contrario sería un desastre difícil de enmendar.
La Cámara de Comercio de Zaragoza cree que la economía aragonesa caerá casi el 13% este año, es decir, más de lo que cayó en los años 2009, 2011 y 2012 en su conjunto. El escenario, por complejo que sea, necesita audacia, solidaridad, consenso, más fondos... y, sobre todo, una vacuna.