La tensión se desata en Bolivia en la elección del presidente
El Gobierno denuncia peligro de fraude del partido de Evo Morales
La enemistad política en Bolivia se ha desatado a causa de la celebración ayer de elecciones en el país para elegir presidente y renovar su Parlamento. Y es que estas han llegado en medio de una indisimulable lucha sin cuartel de los dos bloques que se disputan el poder. El Movimiento al Socialismo (MAS), el partido del expresidente Evo Morales, se abrazaba estos días a la ilusión de imponerse en la primera vuelta de la mano de su candidato y exministro de Economía del Gobierno derrocado en el 2019, Luis Arce. Ese hipotético desenlace electoral llevó al Gobierno de facto que encabeza Jeanine Áñez a abandonar todo tipo de neutralidad. Sin disimulos expresa su manifiesto rechazo al regreso del MAS a las funciones ejecutivas.
Mesa no se ha cansado de advertir contra el retorno de las fuerzas que ha asociado con el mal absoluto. Él y Morales arrastran una historia de enconos que se remonta al año 2005, cuando el entonces jefe de Estado provisional tuvo que abandonar el Palacio Quemado en medio de las protestas que lideraba el todavía líder de los cocaleros. Mesa se presenta como el único capaz de frenar la vuelta del MAS. Áñez y el conservador Jorge Quiroga se apearon de la carrera electoral para evitar la dispersión del frente anti-Morales. Sin embargo, Mesa no ha podido reunir hasta el momento a todas esas fuerzas que garantizarían su triunfo en la segunda vuelta.
Ante las dudas, las autoridades de facto han empezado a agitar el fantasma de un nuevo fraude electoral. El ministro de Gobierno, Arturo Murillo, viajó a Washington para expresarle ese temor al secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), el uruguayo Luis Almagro.