Chispazo como remiendo
Tres minutos de acierto permiten al Huesca salir del apuro pero no hallar la esperada victoria
Si el fútbol es un disfrute universal es porque es indescifrable. Escapa a cualquier lógica. Llegamos reclamándole al Huesca que afine su puntería, que produzca goles de su dominio, un acierto escasísimo que no le vale aún para conseguir su primera victoria. Y resulta que cuando todo pintaba a negro negrísimo, cuando el 0-2 presagiaba una noche de insomnio, hizo en tres minutos lo mismo que había fabricado en los 500 anteriores. En un chispazo de pólvora, en un visto y no visto, empalmó dos goles casi sin toques, dándole la vuelta a su genética, para lograr un empate agridulce, porque pudo ser más y porque también pudo ser menos.
Se le resiste a este Huesca la victoria. Vuelve a ser monologuista del balón (66% de posesión) más que creativo de ocasiones (12). Acometió su faena con el pase como herramienta (468) y el centro como sistema. Ese guión era conocido por un Valladolid que supo esperar y en dos acciones a balón parado puso el miedo en el cuerpo a un Alcoraz vacío donde la retransmisión la hacen los propios deportistas y sus entrenadores, como en un campo de Preferente.
Míchel cambió cosas de inicio. Internó a Luisinho por Galán en la izquierda, restando profundidad por la banda, compensada por Pablo Maffeo en el otro costado. Mir quedó solo en ataque y Seoane recuperó la plaza por el positivo en covid de Rico. El modelo era similar, aunque carente de verticalidad, de velocidad de piernas y no tanto en el transporte de la pelota al piececito. Muy previsible ante un rival que se encerraba con un Roberto parando todo lo que le llegaba e incidía en la presión cuando Mosquera recibía.
Sandro debutó y marcó el tanto de la igualada en su primer toque con el equipo
Como hemos repetido muchas veces en este tramo de Liga, el fútbol es una cuestión de efectividad. Quedó más que demostrado en los primeros cincuenta minutos. Porque el Huesca dominaba sin picar. Muchos toques insulsos al jugador y no al espacio, demasiados en la fase primeriza. Faltaba internadas, desborde. Con Borja sin cobertura y Ontiveros sin probar la gambeta, Ferreiro volvía a convertirse en el canal del juego. Mucho amago para sacar uno tras otro centros que en sólo dos ocasiones conectó Mir de cabeza. Una la orientó a las manoplas de Roberto y la otra fueron las manoplas las que desorientaron la bola.
El Huesca elaboraba y elaboraba. El Valladolid rezaba por cazar alguna como hizo el Cádiz. Y lo consiguió. Bruno le ganó el combate aéreo a Pulido tras centro de Óscar Plano en un córner sacado en corto. Andrés la tocó.
A LA PRIMERA La hecatombe, la derrota, se presagió en un primer empujón. Este físico. El mal medido de Seoane a Toni Villa dentro del área. El penalti poco después del descanso lo transformó Waldo en un 0 -2 que rellenaba de incertidumbre el futuro con las próximas salidas a San Sebastián y Madrid. Se masticaba otro encuentro de dominio y zozobra en el resultado. Una mala repetición.
Ese pensamiento pesimista se diluyó enseguida. En una jugada. En los cuatro toques que mediaron entre el reinicio del encuentro al remate certero de Mir. Un visto y no visto. Primer gol de un delantero del Huesca en esta temporada, Un fogonazo de esperanza que encendió la remontada.
Míchel ya había planeado un triple cambio al sentir la necesidad de remontada. En medias, Maffeo, en una larga trenza de pases había tenido un zurdazo en el área repelido por Roberto, el mejor del Valladolid. El gol de Mir deshizo los planes. Solo sustituiría a Ontiveros por Sandro. Y éste, nada más salir, y después de tres temporadas en las que sólo había marcado tres goles, metió para dentro su primer toque de balón con la camiseta del Huesca. En tres minutos se arreglaba el mal que se auguraba. Ahora sólo faltaba rematar la faena. No pudo ser.
Se abrió entonces el partido, sin que nadie lo matara. Tuvo su cabezazo de siempre Siovas, desembocado en el poste, y, la más clara, otro testarazo a bocajarro de Mir, desgraciado por Roberto en el 90. Poco después tendría la suya el Valladolid en una acción de André que heló el ambiente y la sangre. No daba tiempo para más o para menos. Porque este Huesca juega mucho para tan pocos puntos y sigue esperando un triunfo que no llega.