La residencia que nunca fue...
El centro de mayores de Yéqueda pasó a ser centro covid antes de llegar a inaugurarse La Abubilla solo tiene casos negativos que vienen de lugares con muchos positivos
Yéqueda se encuentra a escasos 15 minutos de Huesca y ahí, bajo las montañas del prepirineo, se encuentra la residencia de la localidad, La Abubilla, que se convirtió en uno de los centros covid pioneros a nivel nacional cuando la situación de las residencias empezaba a ser crítica al inicio de la pandemia. El ser pioneros no les puso las cosas nada fáciles y durante estos largos meses han pasado por todas las situaciones posibles y lo peor de todo, es que el director de esta pequeña empresa, Mateo, aún se espera que esto se vuelva a repetir en cualquier momento.
Mateo abre las puertas de esta residencia -la cual nunca llegó a ejercer como tal debido a que la apertura estaba preparada para finales de marzo pero directamente pasó a ser centro covid dos días antes de la inauguración- con un poco de miedo pero orgulloso de la gran labor que va a mostrar al exterior después de tantas críticas que ha recibido este sector.
Tras la desinfección de manos, de suelas de los zapatos y el uso de una bata, ya se está preparado para poder acceder a las zonas comunes situadas en la planta calle. En ella todo está adaptado a la situación actual, la zona del gimnasio se ha convertido en una sala de control de enfermería para los trabajadores, el comedor está organizado de manera individual para que nadie esté cerca de otra persona en el momento en el que se quitan la mascarilla y el salón tiene lo justo y necesario para los residentes que ahora mismo están viviendo ahí. «Solo tenemos a diez, y uno de ellos en cuarentena en la planta 1, así que los tenemos como en un grupo burbuja y sabemos que son negativo, así que puede hacer vida normal juntos», explica Mateo mientras al fondo, por la cristalera que separa el salón del jardín, se les ve a todos sentados en sillas haciendo los ejercicios que Jessica, una de las trabajadoras del centro, les va mandando.
Estas paredes, a pesar de su corta vida, han tenido dos épocas. La primera de ellas fue en marzo cuando «nos llamaron y nos dijeron que tenían que traer aquí casos positivos porque había pocos en ese momento en las residencias y salía mejor traer a los positivos que a los negativos», cuenta Mateo para reconocer seguidamente que fueron meses «muy duros» porque no sabían «ni qué venia ni cómo afrontarlo y tuvimos que hospitalizar una residencia en menos de 48 horas». Ahora, en esta segunda ola, reciben a personas mayores de residencias de Huesca y Zaragoza donde se están dando muchos positivos y ellos se sabe que son negativos.
En su día, esta residencia acogió a un total de 99 personas con covid-19 y 29 de ellas fallecieron. «En ese momento no te lo planteas, te dedicas a actuar y haces un efecto túnel, solo sabíamos que los teníamos que salvar y ponerlos en aislamiento. Trabajábamos todo lo que podíamos, llegamos a hacer turnos de hasta 18 horas y salimos adelante después de mucho esfuerzo», cuenta Mateo, que asegura que en esos pocos días de vacaciones que pudo disfrutar antes de volver a ser centro covid, fue cuando se planteó: «¿Qué he hecho? ¿Qué hubiera pasado si no hubiera actuado así?. Y lo tiene claro, sabe que lo hizo bien.
El edificio cuenta con una planta para las personas en cuarentena