¿Para qué sirve el amor propio?
María Luisa Alonso Alcalá Zaragoza
Una vez Aristóteles dijo: «Se ha preguntado si conviene amarse a sí mismo con preferencia a todo lo demás o si vale más amar a otro». Tal y como estamos viviendo, parece ser que la respuesta se ajusta más a la primera parte de su pensamiento. El amor propio tiene matices: es un sentimiento positivo o es una prisión en la que caes por la incorfomidad que te produce el trabajo realizado, tan lleno de él. Con retrospectiva, yo me pregunto al revivir situaciones ya pasadas, cuánto me ha servido tener amor propio, incluso sin añadir la coletilla «desmedido», y no me sé contestar.
Según que profesión ejerces has llegado a decir con más o menos frecuencia: «Si tuvieses más amor propio tus logros serían mayores, llegarías más lejos... Posiblemente. Y en el camino cuántos estímulos no has compartido. Llegados al capítulo de hacer preguntas, empezaremos con las nos hacemos cada mañana en los boletines informativos de las primeras horas, pongamos de media las 8 de la mañana. Escuchamos y temo generalizar, lejos está mi deseo de ello, pero flota en el aire el sentimiento común, de que un día más y van a ser siete meses, el amor propio por el trabajo resolutivo, de aquellas personas en quienes hemos depositado la confianza y la esperanza para salir a la nueva normalidad, con soluciones a corto plazo, creíbles, y que se ajusten a la segunda parte del pensamiento aristotélico, aquel que tiene prioridad para las necesidades de la mayoría, están totalmente difuminadas, no se sustentan en base alguna y tienen visos de duración indefinida. Sé, porque lo he leído que me resulta controvertido como artículo, pero el amor propio para mí es una forma de vida, debe ser de implicación, de aporte y fundamentalmente de sentido común hacia lo que nos rodea.