El Periódico Aragón

Roglic no espera a nadie

El ciclista esloveno toma el mando de la carrera el primer día al ganar en la subida a Arrate

- SERGI LÓPEZ-EGEA eparagon@elperiodic­o.com SANTUARIO DE ARRATE

Primoz Roglic miraba hacia atrás tras tomar la última curva junto al Santuario de Arrate, en lo más alto de Eibar. Miraba quizá para ver si aparecía, como si fuese una especie de fantasma, Tadej Pogacar, su pesadilla, el ciclista que lo desnudó de amarillo en un Tour que él y muchos creían que tenía ganado. Pero, a la vez, si alguien pensaba que el corredor esloveno había quedado moralmente tocado tras su derrota en Francia, qué equivocado estaba. Ya ha tomado el mando de la Vuelta, ya ha ganado la primera etapa y ya viste de rojo, para empezar y para demostrar que si se va a tragar todo el viento, todo el frío y todas las hojas caídas por las carreteras del norte de España es porque quiere sí o sí ganar esta carrera.

A él no le importa que las metas y las carreteras de la Vuelta estén tan desnudas de público como quedó el tras sucumbir ante Pogacar. Él es un sujeto frío, criado en la nieve y por lo tanto habituado a los peores elementos. Él tiene un equipo de Tour del que es el jefe, con magníficos ayudantes, a los que resulta casi un pecado llamarlos gregarios, como el estadounid­ense Sepp Kuss, un pedazo de corredor, que le hizo media subida a Arrate hasta que arrancó del resto de favoritos, entre los que iba Enric Mas, como si tuviera pólvora en las piernas. Y ahí fue, a 75 metros de la línea de meta, cuando se giró para ver que ganaba, que nadie osaba seguirlo y que empezaba la Vuelta vestido con el mismo jersey rojo con el que el año pasado llegó a Madrid, cuando nadie llevaba mascarilla, cuando no había ninguna pandemia activa y cuando la Vuelta conectaba el agosto con el septiembre.

Entonces, a diferencia de ahora, había público en la carretera, espectador­es vascos que subían a su santuario ciclista, en Arrate, para animar a los corredores y de paso comprar dulces y patés a las

Carmelitas Samaritana­s, que cuidan del templo y que ahora se quejan de que nadie las visita y les cuesta sobrevivir.

Como sobrevivir será difícil en esta Vuelta para corredores como Chris Froome, ciclistas que quieren y no pueden, héroes del pasado con cuatro Tours, dos Vueltas y un Giro a sus espaldas, pero que se descuelgan del pelotón al primer acelerón. Froome parece cojear cuando se baja de la bici. Y es que el accidente del 2019 en el Critérium del Dauphiné fue tan grave que casi ha sido un milagro, hablando de santuarios, que vuelva a subirse a una bici y competir en una Vuelta donde a las primeras de cambio perdió 11 minutos.

 ?? EFE / KIKO HUESCA ?? (( Roglic levanta los brazos para celebrar su victoria, ayer, en la primera etapa de la Vuelta a España.
EFE / KIKO HUESCA (( Roglic levanta los brazos para celebrar su victoria, ayer, en la primera etapa de la Vuelta a España.

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