Tiempos abruptos Algunos consideran un exabrupto político y moral la ley de eutanasia
Hay que aprender de la vida exabrupta de animales y hombres conjuntamente
Son tiempos abruptos, y tras la borrasca el espacio parece un exabrupto; corren tiempos borrascosos, pero mientras corren no se paran deteniéndonos. Vivimos tiempos complicados a complicar interhumanamente como sepamos y podamos. La pandemia aún prosigue, pero ya no el pandemonio D. Trump, un presidente pandemónico. Un oncólogo me había puesto en rojo el año 2020, pero lo he traspasado bien que mal y mal que bien. La vida prosigue su decurso con sus recursos y nuestros discursos, que en tiempos recios arrecian tratando de sacar fuerzas de flaqueza. Se predica pues fortaleza, ser fuertes en medio de la debilidad y la labilidad.
Por eso he decidido visionar las duras series sobre los animales que se ofrecen en la televisión. La lucha por la vida en un medio hostil es el argumento recurrente de estas series animalescas, que describen la supervivencia animal en plena selva. Si se aguanta la embestida, uno puede aprender fortaleza y valentía de los animales, puesto que al fin y al cabo lo somos. Ahí afloran nuestros sentimientos en estado salvaje, tanto los positivos o afectivos como los negativos o crueles, destacando el fuertismo como ese impulso patriarcal-masculino de dominio del otro y domeñación propia. Incluso he tenido que acudir a las viejas películas del oeste americano para fortalecer mi ánimo viril virilmente. En los western ya no se trata de la lucha por la vida meramente animal, sino de la lucha por la existencia interhumana, donde la valentía y el ánimo masculino representan las máximas virtudes. Sin duda se olvida que la fortaleza no es tanto la fuerza masculina del ánimo físico, cuanto la maña femenina del ánima psíquica; pero se barrunta que tan importante como el valor o la valentía física es el valor o valentía psíquica y moral, a menudo representada por la figura del sheriff. Tras las estructura patriarcal-masculina comparece la urdimbre matriarcal-femenina simbolizada por el amor y el afecto o afección, el encaje femenino de la realidad y su cura o cuidado no tosco sino suave, no bruto sino doméstico o domesticado.
Así que en tiempos abruptos hay que aprender de la vida exabrupta de animales y hombres conjuntamente. Pero la clave está en cierta correlación entre lo duro y lo blando, en la hermandad de lo masculino y lo femenino, en la reunión de la fortaleza y la templanza, de la fuerza y la benignidad, de lo fuerte y su temperancia. Pues el ánimo sin ánima es mero poder o animosidad, y el ánima sin ánimo es mera potencialidad o virtualidad. Maña sin fuerza no amaña, y fuerza sin maña no apaña. Hay una esterilidad del padre sin la madre y del hombre sin la mujer, y viceversa, cuya solución está obviamente en su mutua relacionalidad. De modo que el hombre asuma su parte femenina, y la mujer su parte masculina cor respectivamente, en clara estrategia psicosocial de una nueva complicidad.
Corren tiempos abruptos que se corresponden con exabruptos políticos y morales. Algunos consideran una exabrupto político y moral la reciente ley de eutanasia bien ponderada y temperada, aprobada por amplia mayoría en nuestro parlamento democráticamente, como han hecho o están haciendo los países de nuestro entorno cultural. La ley no obliga a nadie y puede ser recurrida individualmente ignorándola, o bien recurrir libremente a ella en situaciones límite. No es una opción, aunque también, para los más fuertes, heroicos o mártires, pero posibilita in extremis la paz perpetua a los más débiles, frágiles y abandonados, cuando las cosas se ponen imposibles y el hado muestra su terrorífica impasibilidad. Entonces es posible transitar de perdidos al río que va a dar en la mar, que es trascender. Sí, el tiempo humano es un tiempo abrupto, tormentoso y atormentado en un espacio exabrupto y borrascoso: a ver si por fin caemos en la cuenta atrás. *Filósofo