El Periódico Aragón

Expropiar una empresa no es la solución

El modelo energético español es desastroso desde hace décadas y no se ha acabado con el oligopolio

- JOSÉ ÁNGEL Oliván García* *Secretario general de la Unión de Consumidor­es de Aragón (UCARAGON)

La inexplicab­le subida del precio del kilovatio por hora en el mercado mayorista ha tenido un efecto positivo y es que ha puesto en primera línea informativ­a el desastroso modelo energético español. Venimos denunciand­o desde hace décadas un conjunto de fracasos de este mercado que vienen de muy lejos y que se agravaron en los años del aznarismo.

Fracaso en la liberaliza­ción del sector: La desregulac­ión y la liberaliza­ción del mercado eléctrico ha fracasado a la hora de conseguir abaratar los precios. Las razones son varias, pero la principal es que no ha sido posible acabar con el oligopolio de las grandes compañías.

Fracaso en el abaratamie­nto: La existencia de dos modelos de mercado, el regulado o de PVPC y el libre, se ha traducido en toda una serie de prácticas fraudulent­as que al final han conseguido que el mercado libre sea mayoritari­o, pero paradójica­mente más caro que el PVPC.

Fracaso en la competenci­a. Los precios horarios en el mercado mayorista se fijan a través de una subasta cuyas caracterís­ticas técnicas garantizan siempre el precio más alto de los ofertados. Esto unido a la escasa diferencia­ción entre las empresas que venden y las que compran, que forman en muchos casos parte de los mismos grupos empresaria­les, hace que el proceso sea siempre perjudicia­l para los consumidor­es.

Fracaso en proteger a los vulnerable­s. Las medidas de protección para los consumidor­es vulnerable­s se han dejado en manos de las propias empresas, que como es lógico no están interesada­s en que estas medidas lleguen a todos los beneficiar­ios.

Fracaso en la asignación de costes: El recibo de la luz es un magnífico instrument­o de recaudació­n para las arcas públicas. El 60% de media en los recibos se deben a la parte fija o peajes que en gran medida financian políticas estatales, algunas relacionad­as con la energía, pero

No puede ser que la decisión de si un hogar tiene o no energía esté en manos de una empresa

otras no. Se llega al absurdo de que el Estado nos cobra el IVA sobre un impuesto eléctrico que cobra el mismo Estado.

Por lo tanto, lo que estamos viendo ahora es un síntoma de una enfermedad mucho más profunda. Es un periodo febril de una infección que lastra las economías de las familias y de las empresas. Esa infección se llama mercado.

Hay soluciones a corto plazo para bajar la fiebre. Portugal ha anunciado una bonificaci­ón del 10% a todos los hogares en el próximo recibo. A medio plazo para contener grandes males. Bajar el IVA, garantizar las medidas de protección para consumidor­es vulnerable­s. Impedir la interrupci­ón del servicio por impago. Pero lo que de verdad necesita el sistema energético español es erradicar la enfermedad. Curarse de ese mal que es la ley del Mercado.

Hay quien propone recuperar (expropiar a justipreci­o) la empresa pública española que el aznarismo vendió y que actualment­e está en manos de una empresa pública italiana. No es sino otro antitérmic­o. Si el Estado recupera esta empresa, será una empresa mas a competir con otras y con dos alternativ­as, o perder dinero o hacer lo mismo que hace ahora. Por lo tanto, es una solución fácil de enunciar, pero que no soluciona nada.

Por el contrario, hay que asumir el problema en su totalidad. No es posible que el suministro de energía a las empresas y a las familias españolas esté sujeto a las leyes del mercado. De igual manera que la Educación, la Sanidad, los Servicios Sociales, la movilidad, el ciclo del agua, etc. el suministro de energía debe ser considerad­o como un derecho de las personas y por lo tanto sujeto a la responsabi­lidad de las administra­ciones del Estado. No puede ser que la decisión de si un hogar tiene energía o no esté en manos de una empresa. Otra cosa es cómo se gestiona ese derecho y ahí hay espacio para el sector privado.

Nos dicen que Europa no lo permitiría, pero la pandemia nos ha enseñado que Europa puede cambiar de opinión.

El acceso a la energía es ya vital en las sociedades modernas. No podemos avanzar en nuevos modelos energético­s si no partimos de un principio central. Tener energía en tu casa es un derecho. Y el Estado debe garantizar­lo.

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