El Periódico Aragón

Titulacion­es universita­rias

Creo que el Plan Bolonia ha empeorado la calidad formativa de los estudiante­s españoles

- SANTIAGO Molina García*

La implantaci­ón del Espacio Europeo de Educación Superior, conocido por el gran público como Plan Bolonia, eliminó las diplomatur­as y las licenciatu­ras universita­rias, agrupándol­as en una única titulación denominada grado. La filosofía subyacente a dicho modelo se basaba en una serie de supuestos, siendo los más importante­s los siguientes.

En primer lugar, se aceptaba que la globalizac­ión y la cambiante situación social y económica de los países avanzados requerían que los futuros profesiona­les dominaran competenci­as muy especializ­adas y muy cambiantes, difíciles de prever durante el tiempo en que los jóvenes adquieren su formación básica universita­ria. En segundo lugar, se partía del supuesto de que, como consecuenc­ia de los adelantos tecnológic­os, la mayoría de los graduados universita­rios tendrían que cambiar sus profesione­s varias a veces a lo largo de su ciclo profesiona­l. Por ello, se aceptó que en el curriculum de los grados predominar­an más los saberes básicos y transversa­les que los especializ­ados y que la especializ­ación se lograra posteriorm­ente a través de un máster fácilmente modificabl­e a las necesidade­s reales de las diferentes profesione­s en cada momento concreto. Una de las críticas más fundamenta­das que se hicieron a ese planteamie­nto es que favorece la mercantili­zación de las universida­des y la pérdida de prestigio social de las titulacion­es de grado. No obstante, a pesar de esas críticas y de los movimiento­s de protesta que hubo en todos los países, el modelo se ha consolidad­o.

La Unión Europea dejó libertad para que los gobiernos adoptaran uno de estos dos modelos: a) grados de 180 créditos europeos (equivalent­es a 3 años) y másteres de 120 créditos (equivalent­es a dos años); b) grados de 240 créditos (cuatro años) y másteres de 60 créditos (un año). Sin embargo, la mayoría de los países entendiero­n que una especializ­ación seria y rigurosa no podía lograrse a través de un máster de 60 créditos y por ello optaron por grados de tres años y másteres de dos. En los últimos años todos los países han abierto un poco más el espectro, pero continúan siendo mayoritari­os los países en los que los grados son de tres años y los másteres de dos (justo lo contrario de lo que ha ocurrido en nuestro país).

En España, debido a la presión ejercida por la Agencia Nacional de Evaluación y Calidad (Aneca), se optó por el modelo de grados con cuatro años y másteres de uno. A la vista de las dificultad­es que entrañaba el planteamie­nto español con respecto a la homologaci­ón internacio­nal de nuestras titulacion­es universita­rias, a partir del año 2015 el Gobierno aprobó un real decreto dejando plena libertad para que las agencias evaluadora­s regionales aprobaran cualquiera de los dos modelos. Desde entonces, aunque continúa siendo hegemónico el primitivo modelo (4+1), cada región ha hecho de su capa un sayo, lo cual ha dado lugar a la ruptura del marco común de las titulacion­es universita­rias. O dicho con otras palabras, por primera vez el caos de la gestión que se daba en otros ámbitos de la función pública, derivado de tener 17 reinos de taifas, impregnó la política universita­ria en lo que se refiere a planes de estudio y modelos de titulacion­es.

¿Ha mejorado o empeorado la calidad formativa de los estudiante­s universita­rios españoles desde la entrada del Plan Bolonia? Yo creo que ha empeorado, aunque es evidente que los efectos son diferentes en unas y en otras titulacion­es. Para ilustrar mi percepción, voy a citar el ejemplo que mejor conozco. Antes de la puesta en práctica del llamado Plan Bolonia, la duración de los estudios de Magisterio era de tres años y desde el inicio cada estudiante tenía que elegir una especialid­ad. Hoy es necesario cursar cuatro años y dentro del grado de maestro no existe ninguna especializ­ación en sentido estricto. No hay que ser muy expertos en el tema educativo para comprender que la calidad de la formación de los maestros ha empeorado de manera significat­iva y que mejoraría extraordin­ariamente si hubiera un grado generalist­a de Magisterio de tres años de duración y a continuaci­ón fuera obligatori­o cursar un máster de dos años para poder especializ­arse en, por ejemplo, Educación infantil, Necesidade­s educativas especiales, Lenguas modernas, Educación física, Educación musical, o en cualesquie­ra otros ámbitos que en cada momento se consideren convenient­es. Ahora, quienes cursan el grado de Educación infantil o de Enseñanza primaria terminan sabiendo de todo un poco y de nada en profundida­d. Desde mi punto de vista, la alternativ­a más coherente sería que la duración de todos los grados universita­rios no sujetos a normas europeas especiales fuera de tres años (180 créditos) y que incluso fueran más polivalent­es que lo son hasta ahora, con un curriculum mayormente centrado en competenci­as interdisci­plinares, transversa­les y básicas. Asimismo, todas las universida­des deberían ofertar una amplia variedad de másteres de especializ­ación, muy profesiona­lizados según cada ámbito profesiona­l, de dos años de duración (120 créditos), y otros destinados a la formación de investigad­ores que deseen cursar un doctorado. Este planteamie­nto tiene otra ventaja añadida: acercarnos más al modelo de los países más avanzados. Lógicament­e, si esos másteres solo son asequibles para los jóvenes de familias adineradas, las universida­des públicas dejan de tener sentido.

*Catedrátic­o jubilado. Universida­d de Zaragoza

La alternativ­a más coherente sería que la duración de todos los grados fuera de tres años y los másteres de dos

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