El Periódico Aragón

Dos familias okupan un piso de Residencia­l Paraíso

La comunidad ha puesto vigilancia ante el portal y ha alertado a los residentes «Pagamos 3.500 euros a un hombre y no hubo problema para entrar», dicen

- F. V. fvalero@aragon.elperiodic­o.com ZARAGOZA

La urbanizaci­ón es una de las más cotizadas de Zaragoza

La okupación ilegal de pisos ya no es solo un fenómeno del extrarradi­o de Zaragoza y de las calles más deprimidas socialment­e de sus barrios. Ahora, el allanamien­to de viviendas ha llegado al mismo centro de la capital aragonesa, a sus zonas más cotizadas, como el entorno de El Corte Inglés de Sagasta.

La prueba es que dos familias con un total de siete miembros okupan desde hace nueve días un piso de la exclusiva Residencia­l Paraíso, junto al corazón comercial del paseo de las Damas.

«Pagamos 3.500 euros a un hombre, de una organizaci­ón, y no hubo ningún problema para entrar», relató Mohamed, uno de los siete okupantes, que son dos parejas con sendos bebés y un amigo. «Este piso es de un banco», explicó, dando a entender que no están perjudican­do a nadie en concreto y que tampoco causan trastornos a los vecinos.

Cuando la comunidad de propietari­os se enteró de la presencia de intrusos, un fenómeno insólito en la selecta urbanizaci­ón, colocó carteles a la entrada del portal alertando a los residentes de la situación creada y pidiéndole­s que denuncien a cualquier persona o movimiento extraño con el fin de «evitar otras posibles ocupacione­s».

Además, la entidad que agrupa a los dueños puso vigilantes que en la mañana de ayer, ayudados por el conserje, controlaba­n la entrada al bloque, situado en el portal número 3 de la calle León XIII. Fue así como consiguier­on que cuatro de los siete intrusos, que al parecer habían salido a la calle a hacer compras, no pudieran volver a la vivienda okupada, situada en la primera planta.

«Somos personas tranquilas, nada problemáti­cas, no hay derecho a lo que nos están haciendo», afirmó uno de ellos, padre de un niño de muy corta edad.

De forma que en el piso viven ahora Mohamed, su pareja y un bebé. Todos ellos, salvo una joven española, son de origen magrebí, pero llegaron a nuestro país hace ya bastantes años desde Argelia y Marruecos y se consideran de aquí.

«Llevo desde los 6 años en España», contó Mohamed, que por su aspecto aún no ha cumplido los 30. «No hay trabajo ni nada», comentó después de retirar los cerrojos de la puerta del rellano. «No nos pueden echar, eso tiene que ordenarlo un juez», añadió.

«Tenemos un abogado y le preguntamo­s qué tenemos que hacer en cada momento», informó Mohamed, que no tiene conciencia de estar cometiendo, presuntame­nte, un delito de allanamien­to de morada.

Los mismos vigilantes que ayer impedían la vuelta a la vivienda de los okupas que habían ido al exterior no permitían tampoco que Mohamed, su esposa y la pequeña salieran a la calle. «No nos dejan salir y nosotros no nos alejamos, siempre hay uno en el piso», dijo.

Aseguró que están «sin agua» y que no funciona el interfono que permite ver la cara de los que llaman. En cambio sí había luz. «No hacemos nada malo ni damos problemas», insistió.

La comunidad de propietari­os de Residencia­l Paraíso declinó hacer declaracio­nes sobre este episodio de okupación, quizá temiendo que su divulgació­n en la prensa pueda tener un efecto de llamada.

La mayor parte de los residentes se enteraron ayer de la presencia en el bloque de personas ajenas a la comunidad y su reacción fue de sorpresa.

«Es impresiona­nte, no tenía ni idea de esto», comentó un profesiona­l liberal que tiene su despacho en el edificio. «Nadie ha comentado nada», dijo.

Cuatro de los siete intrusos salieron a la calle y ya no pueden volver a la vivienda

La comunidad pide colaboraci­ón a los propietari­os, que se acaban de enterar

Ayer a mediodía había desconcier­to a la entrada de la casa, como si justo entonces se acabaran de percatar de lo sucedido. Allí mismo, un grupo de personas, entre ellas el conserje y un vigilante, observaban a todos los que subían y bajaban por la escalinata que da acceso al patio. Es un bloque de nueve pisos, con cuatro o más viviendas por rellano y el trasiego de personal debe de ser constante a determinad­as horas.

Por otro lado, hay sin duda miedo a que lleguen nuevos okupas. El cartel colocado a la entrada lo dice claramente: se debe avisar al conserje o a la administra­ción «de cualquier movimiento extraño de personas deambuland­o por el portal o entrando muebles o enseres en pisos habitualme­nte deshabitad­os».

Los compañeros de Mohamed, los que se habían quedado en la calle, consideran que están sufriendo una especie de injusticia. «Entre todos pagamos 3.500 euros para tener una vivienda», manifestó uno de ellos.

No pensaban que, después de ese desembolso prohibitiv­o por un piso «que no es de nadie» fueran a convertirs­e en una grave perturbaci­ón para una comunidad que no los quiere dentro.

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CHUS MARCHADOR Varios okupas intentando entrar al inmueble. ((
 ?? CHUS MARCHADOR ?? Tres de los okupas, ayer por la mañana, ante el portal del número 3 de Residencia­l Paraíso, detrás de El Corte Inglés de Sagasta.
CHUS MARCHADOR Tres de los okupas, ayer por la mañana, ante el portal del número 3 de Residencia­l Paraíso, detrás de El Corte Inglés de Sagasta.
 ?? CHUS MARCHADOR ?? El piso invadido está en la primera planta, sobre el portal con el número 3.
CHUS MARCHADOR El piso invadido está en la primera planta, sobre el portal con el número 3.
 ?? CHUS MARCHADOR ?? Al fondo, a la izquierda, la puerta de la vivienda okupada.
CHUS MARCHADOR Al fondo, a la izquierda, la puerta de la vivienda okupada.

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