El Periódico Aragón

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Con precaución y entusiasmo, jugadores, entrenador­es y padres vivieron la primera jornada de competició­n El ingenio para ver los partidos y las mascarilla­s fueron lo más caracterís­tico

- MARÍA ESTER mester@aragon.elperiodic­o.com ZARAGOZA

Son las nueve de la mañana y ya hay un grupo de padres encaramado a la valla del patio del colegio La Salle Franciscan­as para ver jugar a sus hijos, el equipo alevín de baloncesto de Agustinos. «Nos da un poco de pena no poder entrar», explicaba Cristina Puente, una de las madres, aunque «hay muchas ganas porque es algo que a los niños les gusta y les motiva».

Ya botaba el balón cuando Jean Pierre, de la misma edad, subía al tranvía con su madre para ir hasta El Olivar, donde se enfrentarí­a al Boscos. Paula Andrea Arias, que le acompañaba, se reía cuando decía que «por la mañana no ha habido ni que avisarle». «Cuando me he levantado él ya estaba de pie, tiene una emoción enorme», comentaba la que sí pudo ya se han acostumbra­do. Así lo confirmaba también Luis Estella, cuyo hijo juega a balonmano en el Agustinos: «No les gusta llevar la mascarilla porque se ahogan, pero es una medida necesaria», comengurid­ad pertinente­s puede ir muy bien para todos».

Sara y Gimena, jugadoras de balonmano de categoría infantil en el Dominicos, que ganaron contra el Balonmano Moncayo, recalcaron en este sentido que «la mascarilla es un poco agobiante pero se supera» y añadieron que «si todas se la quitasen y cada una se fuese con su familia a casa sería un lío, volverían a quitar los partidos».

Nadie quiere que eso pase. Paula Gallán, entrenador­a del Moncayo B femenino de baloncesto, de categoría cadete, cree que «la competició­n es bastante segura tanto para los niños como para todas las personas que se ven involucrad­as» ya que «se desinfecta­n todos los materiales utilizados, hay que lavarse las manos, se mantiene la distancia de seguridad en el banquillo, hay cambio de mascarilla en el intermedio del partido...».

Los equipos tienen sus protocolos y los implicados están dispuestos a ayudar. Por ejemplo, como contaron Sara y Gimena, «aunque los padres no podían venir para ver el partido sí que han entrado tres para asegurarse de que se cumplían todas las medidas establecid­as».

«No podemos entrar,

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