La Atención Primordial
Los centros de salud han sido la primera puerta frente a la pandemia Los test, el rastreo de casos, el control domiciliario y la vacuna recaen en Primaria
Los centros de salud, la puerta más cercana de la Sanidad aragonesa, han jugado un papel fundamental en esta pandemia. Pero para protegerse a sí mismos y cuidar a sus pacientes hubo un tiempo en que casi se volvieron invisibles. Atención telefónica, consultas presenciales mínimas, falta de materiales de protección y una paciencia a prueba de bombas --microscópicas-ha revelado a los profesionales de la Atención Primaria como uno de los pilares que sostienen la salud pública. Pero el coste ha sido «muy alto».
«Esa barrera invisible que tuvimos que construir de manera obligada aquel 14 de marzo se llevó por delante, no la calidad, pero sí la calidez de nuestra atención presencial, con el cierre casi total de los ambulatorios durante tres meses», reconoce Javier Marzo, coordinador de Atención Primaria del Salud. Casi un año después, el «muro invisible» ha abierto alguna rendija, poco a poco, pero las autoridades sanitarias reconocen que «nunca volverá a ser como antes».
Y mientras, los pacientes reclaman una atención más directa. Menos teléfono y más piel. Menos ‘apps’ y más hablar con tu médico de siempre. En ello trabajan ya desde el departamento de Sanidad del Gobierno de Aragón. «La calidez, la cercanía y la accesibilidad tienen que recuperarse sí o sí, pero tenemos que ser conscientes de que la atención telefónica ha llegado para quedarse, porque es una herramienta útil, por ejemplo, en las prescripciones o las bajas laborales», afirma Marzo.
Pero hasta que cristalice la nueva normalidad tras el coronavirus, la Atención Primaria seguirá adaptándose al sino de los tiempos. Ellos fueron los encargados de realizar el seguimiento a los pacientes de coronavirus cuando ni siquiera había test PCR para saber si efectivamente eran positivos. De los más de 107.000 aragoneses contagiados desde que comenzó la pandemia, entre el 80 y el 85% recibieron asistencia desde los ambulatorios. Los sanitarios de Primaria fueron también quienes asumieron la realización de test PCR y de antígenos, el control domiciliario de las personas contagiadas que no confirmaban su aislamiento y, la que se espera que sea la última etapa de la pandemia, la vacunación.
«La primera bofetada que se llevó la sociedad fue que, en medio de una pandemia, no podía ir a ver a su médico de cabecera. Una situación que duró hasta el 21 de junio», rememora el coordinador. Hace 12 meses los profesionales sanitarios se enfrentaban a un virus desconocido y altamente contagioso, sin medios. «Jamás nos habíamos enfrentado a nada igual, a una transmisión comunitaria semejante, y había pánico escénico entre los profesionales», reconoce Marzo. Se improvisaron pantallas protectoras con plástico, delantales con bolsas de basura y los centros de salud recibían el calor de sus pacientes en forma de mascarillas de tela cosidas a mano. El golpe más duro fue el fallecimiento el 11 de abril a causa del coronavirus del doctor José Luis San Martín, médico de familia en el centro de salud de San Pablo.
El espejismo de la nueva normalidad llegó el 21 de junio a unos centros de salud que se vieron reforzados con 70 médicos de familia, 123 enfermeros (de los que 70 eran especialistas en Enfermería Familiar y Comunitaria), 72 trabajadores sociales y un pediatra. El Salud lanzó es