Así viví la transición
Gema Abad Ballarín Campo (Huesca)
Hace 40 años, trabajaba en una academia de Formación Profesional en El Prat de Llobregat. Desde allí seguí, con gran asombro y consternación, el golpe de Estado que protagonizaron los militares nostálgicos del antiguo régimen. En esos momentos, mi interés no se centraba precisamente en la política, pero simpatizaba con cantautores o grupos que me hicieron entender que la sociedad española quería construir un mundo mejor.
La canción de Cecilia Mi querida España, me hacía vibrar con sus notas, sintiendo ese arraigo por un país que intentaba consolidar el estado democrático. Un cantautor al que seguí con entusiasmo, debido a mis orígenes aragoneses, fue a José Antonio Labordeta, con el himno esperanzador de su Canto a la libertad.
Cultura, política y música iban entrelazadas. No leía la prensa diariamente como hago ahora, pero fue a través de la música que aprendí a conocer y a valorar de forma crítica las realidades del mundo en que me movía.
Como dice la autora estadounidense Jodi Picoult «La música es el lenguaje de la memoria» o en palabras de Leonard Cohen «La música es la vida emocional de la mayoría de la gente».