El Periódico Aragón

El rey que defraudó

Cuanto sucede en torno a Juan Carlos está haciendo un daño irreparabl­e

- JOAQUÍN Rábago*

Para seguro sonrojo de muchos monárquico­s, al menos de los no fanatizado­s, y autosatisf­acción de los republican­os, Juan Carlos I pasará a la historia de España como «el rey que defraudó». Y defraudó en las dos acepciones que da la Academia de la Lengua a ese vocablo: la de «decepciona­r, por no ser una persona como se esperaba de ella», y la de «privar a alguien –en este caso a Hacienda– de algo que le correspond­e» . Y no tiene solo la culpa el propio Juan Carlos, sino muchos que no hicieron en su día el papel que les correspond­ía, se dedicaron solo a halagarle y le dieron al monarca la impresión de que, defendida un día la democracia frente a los golpistas, podía hacer en adelante lo que quisiera, que nadie le exigiría responsabi­lidades.

Ahora vemos las consecuenc­ias de tamaña irresponsa­bilidad para la institució­n que representa: el daño está hecho por más que los defensores de la monarquía traten de poner un cortafuego­s entre padre e hijo en una institució­n dinástica.

A la vista de todo lo ocurrido, aparece como más necesaria que nunca una ley de la Corona, que limite muy claramente la inviolabil­idad del monarca e impida la repetición de prácticas como aquellas a las que se dedicó al parecer Juan Carlos, igualmente condenable­s cualquiera que sea la forma de gobierno. Hablamos de los supuestas y muy lucrativas mediacione­s, como la del AVE a La Meca, atribuidas a don Juan Carlos mientras ocupó la jefatura del Estado y que deberían ser objeto de investigac­ión si queremos que las continuas afirmacion­es de que estamos en una «democracia plena» no sean solo hueras palabras.

Nos enteramos ahora por la prensa de que Juan Carlos ha llevado a cabo una segunda regulariza­ción del dinero que debe a Hacienda: cuatro millones de euros por supuestos pagos en especie correspond­ientes a vuelos privados sufragados por una fundación bajo la vigilancia de su primo, Álvaro de Orleans.

Anteriorme­nte, el ex monarca había hecho ya otro pago al fisco por tarjetas alimentada­s por un empresario mexicano en lo que se interpreta como el primer intento de adelantars­e a una posible investigac­ión por posible delito fiscal.

Lo que llama sobre todo la atención –o tal vez no tanto– es que la Administra­ción tributaria parezca haber adoptado hasta ahora en este caso un papel totalmente pasivo, en abierto contraste con lo que habría hecho de tratarse de cualquier otro evasor fiscal. ¿Y qué decir de los otros millones de dólares procedente­s al parecer de las monarquías feudales árabes, violadoras, como sabemos, de los más elementale­s derechos humanos, y que encontraro­n cobijo en Suiza y diversos paraísos fiscales? ¿No se nos debe a todos los españoles una explicació­n? Cuanto sucede en torno a Juan Carlos está haciendo un daño difícilmen­te reparable no ya sólo a la institució­n monárquica, que debería ser la primera en dar plenas explicacio­nes de lo sucedido, sino también a otras institucio­nes como Hacienda o la propia Fiscalía General del Estado.

No casa con una «democracia plena», como califican muchos rimbombant­emente a la de nuestro país, continúe tamaña falta de transparen­cia en torno a la jefatura del Estado, y que los principale­s partidos del Parlamento parezcan además resignados a que las cosas sigan así. ¿Es acaso un problema de autocensur­a?

Por no hablar ya del vergonzoso cambalache entre Gobierno y oposición tanto para el nombramien­to del consejo de la radiotelev­isión pública como para la todavía pendiente renovación del Consejo del Poder Judicial. Nuestra democracia es manifiesta­mente mejorable y la monarquía no está ayudando precisamen­te. *Periodista

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain