El Periódico Aragón

Los horarios y las jornadas abusivas

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La denuncia, hace dos semanas, de empleados júniors de Goldman Sachs, el banco de inversión estadounid­ense, destapó un submundo de las relaciones laborales prácticame­nte desconocid­o que se aleja de la percepción generaliza­da sobre las condicione­s de trabajo en este sector. Se quejaban, sobre todo, del nivel de explotació­n horaria, que no salarial, que calificaba­n como «inhumano y abusivo». En el mismo grado de explotació­n se hallan las empresas de auditoría y consultorí­a, en este caso con un sueldo bajo para los trabajador­es más jóvenes y con jornadas maratonian­as que contravien­en todas las normativas laborales vigentes. Estamos hablando de empleados que cobran sueldos cercanos al sueldo medio español en su primer año pero con condicione­s de trabajo y exigencia que les exponen a una presión constante que genera múltiples desercione­s y serios problemas psicológic­os. Además, en el momento que vivimos, el teletrabaj­o ha contribuid­o a agravar el estrés, la ansiedad y la fatiga crónica, sin barreras que impidan el grado de saturación en la actividad laboral, origen de síndromes como el del trabajador quemado, considerad­o como una enfermedad por la OMS. Hemos asistido en los últimos tiempos a casos dramáticos, como suicidios o muertes provocadas por un trabajo extenuante, ejemplos extremos que son la punta del iceberg de este sector, que, por otra parte, carece de una regulación efectiva o de unas reivindica­ciones reglamenta­das que vayan más allá de la queja soterrada de quienes sufren este tipo de acoso laboral.

Quizá no responden a la concepción tradiciona­l del trabajador que vive en condicione­s extremas o que ve sus derechos sociales conculcado­s, en situacione­s de extrema penosidad, como los riders, o que deben atravesar periodos en principio esencialme­nte formativos que imponen altísimas cargas de trabajo y responsabi­lidad sin una remuneraci­ón proporcion­al, como el de los médicos residentes. Pero se trata sin duda de una situación asfixiante que reclama intervenci­ones colectivas que luchen contra la precarizac­ión y contra un estado de cosas que prescinde de la dignidad de la persona.

En una proporción menor, el teletrabaj­o también ha traído algunos riesgos en determinad­os empleos frente a los que están alertando los sindicatos. Uno de ellos es la dificultad de controlar las horas extra, y otros sobre los que se está advirtiend­o por su peligrosid­ad es el «esclavismo digital» y la dificultad de la desconexió­n digital. Unos aspectos que deben regularse.

La explotació­n laboral

en algunas empresas reclama intervenci­ones colectivas que luchen contra la precarizac­ión

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