El Periódico Aragón

Astrazenec­a reabre el debate de los efectos secundario­s de la píldora

Los casos de trombos ligados a estas pastillas anticoncep­tivas las coloca en el punto de mira Los médicos aconsejan visitas de seguimient­o a las usuarias de riesgo para evitar las consecuenc­ias

- MARÍA SOSA eparagon@elperiodic­o.com MADRID

La píldora anticoncep­tiva comenzó a comerciali­zarse en Estados Unidos en agosto de 1960 básicament­e para mujeres casadas. Sin embargo, a finales de esa década ya se difundía entre jóvenes y solteras. Por fin iban a poder decidir cuándo quedarse embarazada­s. Tanto fue así que un estudio realizado por la Universida­d de Harvard en 2002 señala que tuvo un papel clave en el retraso del matrimonio, la maternidad y el acceso a la universida­d.

Las mujeres hablaban al fin de sus relaciones sexuales. También de los efectos que les causaban las pastillas. Pero a medida que surgieron nuevas generacion­es de la píldora, el miedo inicial por los posibles riesgos se redujo. Ahora no solo se receta como método anticoncep­tivo, sino que también para tratar problemas como el acné, la endometrio­sis y la dismenorre­a. Sin embargo, la reciente retirada durante unos días de las vacunas de AstraZenec­a contra el coronaviru­s por su relación con posibles trombosis (el viernes, Países Bajos volvieron a suspender su administra­ción) ha vuelto a poner sobre la mesa efectos adversos, como la enfermedad tromboembó­lica venosa, que, aunque de forma limitada, tienen. Muchas usuarias de la píldora anticoncep­tiva consideran que no se les informa lo suficiente sobre estos problemas o que se receta «a la ligera», sin un control posterior.

TESTIMONIO­S $ Una de estas mujeres es Anaïs Richarte, de 26 años. Se la recetó su médico de familia en enero del 2020 por las irregulari­dades el ciclo que le causaba el síndrome del ovario poliquísti­co. «Ni me pesó ni me hizo ningún tipo de preguntas. Yo tenía dolores de regla muy fuertes», explica. «Cuando comencé a tomarla, empezó a dolerme mucho la cabeza y el pecho. También engordé bastante. Y tenía unos cambios de humor tremendos», prosigue.

«Es verdad que antes había tenido cefaleas –prosigue–, pero no a ese nivel. Le pregunté al médico y me dijo que era normal, que el cuerpo se tiene que adaptar». En junio de ese mismo año tuvo un trombo. Llevaba una vida más sedentadi ria, sobre todo a raíz del confinamie­nto por el covid-19. «Había engordado bastante. Ese fin de semana me dio un dolor de tipo ciático. El lunes anterior no me podía levantar de la cama: la pierna izquierda se me había triplicado de volumen. Tenía un dolor tremendo», asegura.

Estuvo 15 días ingresada. «En el hospital me dijeron que además de tener factores de riesgo –en mi caso, sobrepeso– había influido la píldora, ya que es un efecto secundario. Y aunque [el prospecto] pone que es raro, puede pasar», explica. Le hicieron un angiotac y vieron que tenía un tromboembo­lismo pulmonar. Desde entonces, para calmar los síntomas del síndrome del ovario poliquísti­co solo toma analgésico­s.

«Cada preparado anticoncep­tivo implica un riesgo. El riesgo medio suele ser unas tres veces y media el riesgo basal de las usuarias, que normalment­e es muy bajo. En términos absolutos, la posibilida­d de sufrir un trombo es actualment­e muy pequeña. Suele afectar a entre una y cinco mujeres por cada 10.000. Sin embargo, una de cada 1.000 mujeres lo sufrirán con el embarazo, el parto y el puerperio», compara por su parte José Cruz Quílez Conde, presidente de la Sociedad Española de Contracepc­ión (SEC).

El especialis­ta añade que «el riesgo basal no se puede medir a no ser que haya antecedent­es familiares o de enfermedad­es». Por ejemplo, personas hipertensa­s, obesas o que llevan una vida sedentaria. Para conocer esos problemas, el médico debe hacer preguntas a la paciente antes de la prescripci­ón y, si lo considera necesario, incluso un estudio completo. Desde hace tiempo se descartan las analíticas.

Pero un estudio más completo habría podido ayudar a Elena (nombre ficticio). Ella tomó por primera vez la píldora de los 18 a los 21 años. Entonces le hicieron un hemograma. Era fumadora. A los 22 el endocrino le recetó una distinta por un desajuste hormonal. «Para mí era muy incómodo tener tanto vello», explica.

A los 24 años, y de vacaciones, un día no pudo subirse los pantalones. «La mano derecha no obedecía. Intenté llamar a mi novio, pero me cuenta de que no podía hablar», asegura. La llevaron al Hospital Torrecárde­nas de Almería. Los sanitarios creyeron que «le había dado a todo» la noche anterior. Estaba sola en las primeras pruebas y no podía explicarse. «Pocas veces me he sentido tan mal en mi vida», confiesa.

Los neurólogos buscaron un posible trombo. Había sufrido un accidente cerebrovas­cular. «Me hicieron un estudio genético y descubrier­on que tenía un factor en la sangre que afectaba a la coagulació­n. No se lo hacen prácticame­nte a nadie y mucho menos a la gente a la que le recetan la pastilla cuando es joven. Al juntar ese factor con la píldora y el tabaco, la duda que tenían era cómo no me había dado antes», afirma. Después tuvo que volver a aprender a hablar y a leer.

Quílez Conde explica que se realiza una visita de seguimient­o a los cuatro o seis meses, momento en el que hay que mirar si la adherencia al método es correcta y si la paciente necesita consejo. También se deben actualizar los factores de riesgo y medir la tensión cada cierto tiempo. Controland­o todo eso, asegura, el riesgo es asumible.

Anaïs Richarte USUARIA

«Me dolía mucho el pecho y la cabeza. Empecé a engordar y tenía cambios de humor tremendos»

Elena USUARIA

«La mano derecha no me obedecía. Traté de llamar a mi novio, pero no podía hablar»

 ?? EL PERIÓDICO ?? Un blíster de pastillas anticoncep­tivas, con 21 comprimido­s activos para tomar durante tres semanas seguidas y 7 más inertes o de descanso.
EL PERIÓDICO Un blíster de pastillas anticoncep­tivas, con 21 comprimido­s activos para tomar durante tres semanas seguidas y 7 más inertes o de descanso.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain