Estado y esgrima
Tolstoi, creador del anarquismo cristiano, define al Estado, como la síntesis de todos los males, engaña y destruye al individuo. Con burda burocracia y onerosos impuestos impide que cree riqueza el emprendedor, para que pueda crear nuevos puestos de trabajo. Iconos del movimiento obrero como Marx y Bakunin propugnaban la desaparición del Estado, nosotros no llegamos a tanto, pero sí reducirlo a su mínima expresión. Sobre el vago, pensamos que tiene que ser reeducado y concienciado en la valía del trabajo.
Antaño el lema era Todo por la Patria, hogaño «todo por el voto», para tener acceso impune al erario público, el mismo collar para distintos perros. El Estado nos recuerda con su desgobierno, la obra dramática de Lorca: Yerma, la tragedia de una mujer en edad de concebir, infértil, incapaz de engendrar una vida. Aunque todavía hay estómagos agradecidos que lo ven pan con azúcar, un angelito de Murillo.
La esgrima es un deporte de combate, un arte de defensa y ataque con espada, florete o sable, fabricadas con acero templado y una longitud de hoja diferente. Requiere destreza mental y corporal con movimientos ágiles y rápidos. Por eso, frente al Estado hay que estar siempre «en guardia», por lo que pueda pasar.
El experto francés Raul Clery define la esgrima como una especie de conversación con arma, en absoluto una discusión entre maleducados, en su espíritu es comparable a un arte oratorio en el que cada uno habla correctamente y cuando le corresponde, intentando dominar a su oponente, no cortándole la palabra ni impidiéndole que se exprese, sino con la ayuda de una argumentación superior. La esgrima para nosotros es el fair play británico, que llevan a cabo personas serias, educadas, libres y de honor. Hoy, la degradación de la moral pública y corrupción, ideologías distópicas, se ciernen sobre el suelo patrio, no al desánimo ni la rendición. Llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones.