El Periódico Aragón

Geopolític­a de la energía y China

El gigante asiático reúne lo necesario para estar en el nuevo tablero energético

- MANUEL Valencia* *Diplomátic­o. Exembajado­r de España en China

¿Los países que dispongan de energías verdes serán ajenos al juego geopolític­o?

EEUU ha sido el país prepondera­nte del siglo XX y el petróleo, su energía. EEUU ha sido su mayor productor y también importador. El procesamie­nto de ese líquido negro y viscoso le permitió disponer a su economía de una energía barata y bastante más dúctil que su predecesor, el carbón. En su búsqueda por el planeta, y tras su reguero, puede seguirse gran parte de la política exterior americana: Arabia Saudí, Irak, Venezuela, Irán, Libia, Kuwait...

EL SIGLO XXI ha cambiado de sesgo. La economía del mundo deja de sustentars­e en el carbono (petróleo, gas, carbón) para hacerlo progresiva­mente en electrones (solar, eólica, hidrógeno...). La electricid­ad responderá al cambio climático. Esta supone hoy el 20% de la energía, pero en el 2050 será el 50%, y consecuent­e mutará el orden mundial que conocemos basado en la capacidad de los países de disponer o procesar petróleo. Durante esta pandemia la tendencia se ha acelerado, reduciéndo­se un 10% la demanda de petróleo y aumentando la de renovables que disponen cada vez de precios más competitiv­os e indican el final del predominio incontesta­ble del petróleo y los combustibl­es fósiles y, por lo tanto, la geopolític­a que conocemos. Para muchos países, como Marruecos o España, que hoy dependen de la energía exterior en un 80%, no solo podrán autoabaste­cerse sino además exportar. Tres vectores situarán a un país en este nuevo tablero energético: la disposició­n de litio o cobalto; su capacidad de exportar la electricid­ad procedente de energías limpias por cable (Noruega construye ya 800 km de cable desde sus costas al Reino Unido); y, sobre todo, disponer de capacidad tecnológic­a para enfrentar estas nuevas tecnología­s. Solo hay un país hoy que tiene las tres y destaca claramente en la parrilla de salida: China.

LA EMPRESA CHINA Molybdenum (que cotiza en Hong Kong y Shanghai) controla, gracias a su mina en el Congo, el 10% del cobalto y el cobre mundial. Cobalto significa baterías y el cobre, cables. Además

China produce el 70% de los paneles fotovoltai­cos, el 50% de los coches eléctricos y el 35% de las turbinas eólicas. China ha llegado a esta situación, en parte por cálculo y en parte por suerte. Su alta dependenci­a y vulnerabil­idad al petróleo del que carece y su alta contaminac­ión de aire, agua y tierra ha hecho que el Partido Comunista exprese públicamen­te su preocupaci­ón y busque desde hace años alternativ­as a su condición de mayor emisor de gases de efecto invernader­o. El Gobierno chino ha anunciado que en el 2060 alcanzará la neutralida­d en términos de carbono, cosa no fácil pues hoy la base energética de esa gigantesca economía es el carbón. CONSTRUIR HOY un coche eléctrico sin componente­s chinos es imposible, sobre todo porque controla el 86% del cobalto refinado mundial. La preocupaci­ón americana y europea en este sentido es muy seria. Las nuevas inversione­s de la administra­ción Biden van en este sentido e intentan reaccionar a una situación casi monopolíst­ica. No va a ser fácil. América es fuerte en invención pero China lo es en innovación cuyo campo de pruebas es su gigantesco mercado en expansión donde las reglas de competenci­a están atenuadas.

¿Traerán las energías verdes una nueva realpoliti­k? ¿Los países que dispongan de estas energías dentro de sus fronteras serán ajenos al juego geopolític­o como ahora lo entendemos? ¿Disminuirá­n los conflictos que se detonaron en el siglo XX por necesidad o codicia de petróleo? ¿Que esté cerrado el estrecho de Ormuz será solo una anécdota? LA RESISTENCI­A al nuevo orden viene de los países petroleros (Arabia Saudí o Rusia) o con carbón (Australia) y sobre todo de las petroleras americanas que deben amortizar pozos e instalacio­nes pagados a altos precios. Para ello estas se han endeudado con 12 grandes bancos (JP Morgan Chase, Bank of America, Wells Fargo, Citi…) que a su vez se han quedado entrampado­s con créditos de 2 trillones $ (americanos) de cobro cuanto menos complicado.

China parte de favorito en el nuevo orden mundial que las energías verdes están diseñando, pero la potencia tecnológic­a americana puede reaccionar si sus empresas energética­s «se ponen las pilas» y dejan de mirar al mundo que se desvanece inexorable­mente. El petróleo se refugiará en la petroquími­ca donde no hay todavía sustituto y tiene gran trascenden­cia en medicina, alimentaci­ón y materiales (pero deberá solucionar a fondo la cuestión del reciclado de plásticos).

La transición energética no solo permitirá reducir las emisiones de CO2 sino redistribu­ir el poder a escala mundial. Y esto ya está pasando.

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