Un paso más para acercar Aragón a Francia en tren
El ministro de Transportes, José Luis Ábalos, y el presidente de Aragón,
Javier Lambán, inauguran hoy la estación de viajeros de Canfranc y el haz de vías de la nueva explanada. Es un paso más en la larga y tortuosa carrera emprendida hace décadas para reabrir el túnel internacional, cerrado por la decisión unilateral de Francia tras un accidente ferroviario en 1971. En el acto de hoy también estará el presidente de la región francesa de Nueva Aquitania, Alain Rousset, el aliado perfecto de Aragón para presionar al Gobierno francés y hacerle ver la importancia que tiene recuperar el tráfico por ferrocarril a través de este paso pirenaico.
Algo ha cambiado en los últimos tiempos tras años de reivindicaciones ciudadanas y la indiferencia de los Gobiernos de Francia y España y se empieza a vislumbrar la reapertura, fijada para el año 2025. No está todavía claro que se pueda cumplir ese objetivo, pero se han dado pasos importantes y la cooperación transfronteriza indica que ahora sí hay una voluntad política firme para impulsar este eje. En la cumbre bilateral Francia-España del mes pasado se reafirmó la intención de ambos países de recuperar el tráfico ferroviario, y el pasado mes de noviembre se presentó el libro blanco de la futura línea Pau-Canfranc-Zaragoza. Los beneficios de la misma son indudables: no solo refuerza los vínculos de dos ciudades hermanadas con una notable importancia estratégica en el sur de Europa, sino que supone un destacable aliciente turístico y comercial. El coste de la infraestructura no es excesivo (450 millones de los que cerca de la mitad puede ser financiados por la UE), y permitiría transportar anualmente alrededor de 300 mi pasajeros y dos millones de toneladas de mercancías. Por tanto, como red secundaria regional dentro de la red europea de transporte no parece que esta línea tan reivindicada como querida para muchos aragoneses se encuentre
La línea Pau-Zaragoza
refuerza los vínculos de dos ciudades hermanadas y supone un aliciente turístico y comercial
con muchos más obstáculos para que pronto sea una realidad.
Pero hasta que esa fecha llegue aún quedan pasos. A final de año se pondrá en marcha la rehabilitada estación modernista, convertida en un hotel y en una zona -en una operación inmobiliaria a las que algunos colectivos ponen objeciones- para apartamentos. Pero el hito más importante y que aún se ve lejano es el inicio de las obras en el túnel, esos 7.817 metros (4.714 en la parte española) que convierten ahora a Francia en un muro infranqueable y una auténtica frontera. Y, por supuesto, dotar al viejo canfranero, que aún tarda tres horas en hacer su trayecto desde Zaragoza, de trenes del siglo XXI que no conviertan un viaje placentero en una tediosa e incierta aventura ante una posible avería del convoy.