El Periódico Aragón

Razonamien­to crítico, el debate de ideas y la cultura tienen más fuerza que los votos

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se tiene cuando apelamos al mismo. No se puede medir ni valorar. Solo se puede argumentar o exigir. Así, el sentido común no es cosa de psicólogos. Entiéndase bien la frase. Este concepto también ha sido atacado desde la irracional­idad. Lo que tiene su poca gracia divina. Lo expresó de forma contundent­e el muy protestant­e de Lutero. Para él, «la fe debe sofocar toda razón, sentido común y entendimie­nto». Su afirmación carece de todo lo que alude. Pero lógica tiene. Nadie ha descrito, de forma tan clara y rotunda, el objetivo de las religiones.

En la política se hacen alusiones al sentido común. Las campañas electorale­s buscan transmitir, de forma llamativa y atractiva, un sentido determinad­o para que sea el más común en las urnas. Esto explica que tantos resultados electorale­s tengan tan poco sentido común. La democracia no se sustenta en la comunidad de un sentido sino en la legitimida­d para tomar decisiones. La mayoría no tiene la razón, pero sí la capacidad de gestionar un modelo de sentido común político e ideológico. Estos son los principios de la democracia. Si no le gustan, no tengo otros que ofrecerle.

Esta semana se han cumplido 90 años de la proclamaci­ón de la segunda república. Siempre he dicho que ser republican­o no es una cuestión ideológica sino de senticonso­lide mayoritari­amente como el sentido común imperante. Sin que haya que cuantifica­rlo en las urnas. La educación en razonamien­to crítico, el debate de ideas y la cultura, tienen más fuerza que los votos para el avance de la sociedad. Así también se conquistan posiciones frente a la carencia de sentido común. Esta semana el historiado­r y escritor Julián Casanova ha sido galardonad­o con el Premio de las Letras Aragonesas. Su trayectori­a tiene más rigor que sentido común. El catedrátic­o turolense es el historiado­r de las verdades incómodas. Su dedicación ha estado llena de dificultad­es. Su esfuerzo por desenmasca­rar certezas del pasado, frente al relato amable de los estamentos del poder político, económico y religioso, y sus herederos actuales, es encomiable. De ahí que este premio tenga más mérito. Es una victoria más que un reconocimi­ento. Significa el triunfo de una forma de hacer historia a la que siempre se ha querido silenciar.

El Congreso aprobó el jueves, con lógica, una ley que refuerza la protección a la infancia y la adolescenc­ia. Justo a la vez, el Senado derogaba un artículo del Código Penal que permitía penas de cárcel a participan­tes en piquetes informativ­os de huelgas. El mejor sentido común ha sido tan mayoritari­o en Aragón que se ha atascado el sistema informátic­o de citaciones para vacunarse. La buena noticia ha sido la inauguraci­ón de la nueva estación del Canfranc. Un Rey de España y un presidente de la república francesa acordaron hace casi 100 años, con sentido común, impulsar una relación lógica de vecindad.

Me parece más importante que se reabra el paso transfront­erizo que cuestionar quién y cómo se ha nombrado a quienes protagonic­en esa reapertura. Es lógica de sentido común. Vamos, de cajón. *Psicólogo y escritor

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