La asistencia personal
Antonio N. Pería Zaragoza
Se nos anuncia que en mayo volverá la asistencia presencial en los ambulatorios guardando las medidas de seguridad y evitando aglomeraciones en las salas de espera. Se ha pasado de salas de espera repletas a salas de espera vacías, sin un estado intermedio.
Cuando te atienden en el ambulatorio ves que las salas de espera están vacías, que tu presencia allí es una excepción.
Vas a entrar en el ambulatorio de tu barrio y te encuentras, primero, con una larga fila y luego con una barrera de dos o tres sanitarios que te preguntan la razón de presentarse allí. No dudo de que antes, aprovechándose de la libertad de asistencia, había quienes iban al ambulatorio a pasar la mañana, a relacionarse con la gente, pero es que ahora no se puede ir ni cuando temes que sufres una enfermedad de cuidado.
Tienes que ser preciso cuando el médico de familia te interroga por teléfono los síntomas que padeces, te tienes que espabilar para auto diagnosticarte tú mismo. Luego nos aconsejan que no nos auto mediquemos ni consultemos por internet el mal que posiblemente suframos.
A los sanitarios que trabajan en los hospitales y en urgencias les parece una discriminación que unos no vean a los enfermos mientras ellos los reciben en número elevado todos los días.
Para la asistencia presencial se necesita una buena organización. A un amigo le han citado tres especialistas el mismo día a la misma hora y en dos lugares distintos.
El problema es que no posee el don de la ubicuidad y ha tenido que pedir el cambio de una de las visitas por esa coincidencia y se la han retrasado un mes.
Además, se encuentra en ese limbo que dice Sanidad en el que por su edad no le ponen de momento la vacuna, ya que han retrasado la entrega de la Janssen, así que vacunarán antes a los que tienen unos años menos y unos años más que él.