Y la tercera sería la gloria
El Huesca se abalanza sobre Mendizorroza con el ansia de dar un golpe más hacia la permanencia
Un día y chispún. Porque el uno o el otro ya sabe las consecuencias de una celebración a destiempo. Luego no hay quien te levante. Por eso, con la edad, con las canas y los coscorrones, uno sabe que hay que guardarse pronto. Y Pacheta es zorro viejo, le costó unos minutos pasar de las felicitaciones por esa más que trascendental victoria ante el Elche, con el hecho de sacar la cabeza de la celda del descenso, a pensar en el día después, en el siguiente partido, en este que ya llega.
En Mendizorroza, ante el Alavés, el Glorioso, ante el penúltimo, que es otro y no lo eres tú, no valdrá para nada venir de dos victorias seguidas, haber pasado en dos semanas a cuatro equipos en la salvación, que Rafa Mir convierta en un doblete cualquier melón de Torres de Berrellén. Nada de eso meterá esta tarde goles, garantizará una ventaja. Nada. Únicamente la ética de trabajo, las ganas por seguir tirando hacia adelante, el saber hacer de una táctica conocida, el despojo de nervios, el torniquete que le ha metido en la cabeza Pacheta a sus jugadores.
Porque de ganar en Vitoria es verdad que al Huesca le seguirán quedando siete finales, muchísimas, dos seguidas la próxima semana: Atlético (jueves 22, 19.00) y Getafe (domingo 25, 1400). Es también totalmente cierto que un punto podría valer un valer, que sería suficiente porque, aunque parezca tremendamente increíble, al Alavés ya se le ganó en la ida (1-0), en la alegría de Míchel, en los lloros para la historia de Ontiveros. Es decir, el golaverage sería propiedad aragonesa. No es mentir para nada aseverar que pase lo que pase mañana seguirá saliendo el sol, que la tierra seguirá siendo redonda y que las vacunas son la salvación.
Que sí, claro, pero una victoria en Mendizorroza supondría un hachazo de los de colombiano bueno en el Tour (poner a un rival a seis puntos), de dejar a todos sentados y con la lengua fuera, de levantarse del sillín para apretar un poquito más y ahí te quedas. Que quedan curvas para el puerto, pero el ritmo es intratable y la pedalada ágil como la de Purito. Alcanzar este tercer triunfo en línea, aprovechar el tirón, el chute de moral, el toque de varita mágica, supondría un comunicado oficial de que el Huesca está acelerando al máximo para salvarse. Obviamente sin celebrarlo mucho, poquito, que al día siguiente hay que levantarse, madrugar y seguir entrenando como un animal.
La mejor baza es esa. Que el susto está en el cuerpo ajeno. Los fantasmas se han mudado y han dejado las sábanas a secar en el cerro de San Jorge. Otros son los que tiemblan. Y hay que jugar con ello. Explotar esa confianza de haber encajado un solitario tanto, y en propia puerta, en los últimos tres partidos desde que Andrés, que para lo que le llega y ordena a la defensa como gestiona sus ahorros, con temple y cabeza. No perderla en pensar que todo está hecho o en las informaciones ajenas sobre la renovación de Pacheta o los intereses sobre Rafa Mir.
ALAVÉS