Los artesanos vuelven a ocupar las calles del centro
La plaza Aragón acoge la muestra San Jorge con 31 profesionales del sector
Los artesanos aragoneses volvieron ayer, tras más de un año sin hacerlo, a exponer sus productos en el centro de Zaragoza para celebrar el Día de Aragón ya que el año pasado no se pudo celebrar con motivo de la pandemia de coronavirus. 31 fueron los artesanos que se instalaron ayer en la plaza Aragón (desde las 11.30 hasta las 21.30 horas) y entre los que los visitantes pudieron encontrar objetos de joyería, madera, cuero, textil, cerámica o vidrio. Se trata de nueve menos de los que lo habían hecho hace dos años ya que los agroalimentarios este año tampoco se han unido a la muestra San Jorge.
Para garantizar la seguridad sanitaria, el espacio en el que se instalaron los diferentes artesanos fue perimetrado con el fin de tener un control del aforo en todo momento, según explicó la presidenta de la Asociación de Artesanos de Aragón, Susana Martín, quien recordó que se trata de una cita que habitualmente se celebraba en la plaza de los Sitios.. Y, a pesar de este pequeño inconveniente, el del aforo controlado,, la jornada fue un éxito ya que fueron
Los visitantes pudieron encontrar objetos de joyería, madera, cuero, textil, cerámica y vidrio
Por si no tuvimos suficiente con las manifestaciones con esteladas, las crucecitas amarillas, los bochornos de las sesiones del Parlament, las proclamas históricas diarias, que hizo que acabáramos hartos de Cataluña y lo catalán, Madrid y lo madrileño amenazan ahora con cogerle el relevo. Gracias a una conjunción de astros y estrellas de un fulgor sin igual, Madrid, ciudad frenética y abierta a partes iguales (Madrid me mata, eslógan que triunfó en los noventa) y donde hasta ahora era difícil sentirse a disgusto porque en sus tabernas es donde mejor se tira la cerveza de barril, se está convirtiendo en un territorio antipático, extremado, áspero y egoísta, donde la inteligencia y el buen hacer brilla por su ausencia.
Con unas elecciones a destiempo y una presidenta inefable que va por libre y a lo suyo, nadie está haciendo lo que debe. Da igual que Ayuso sepa poco, o casi nada, y sea despectiva o directamente chula (a la madrileña, como diría ella). El problema es que desde la otra orilla llevan engordando ese monstruíto populista dos años, y ahora ya es tarde para derribarlo. La ense (( muchos los zaragozanos los que se acercaron hasta la muestra, pasearon por ella y bastantes también los que acabaron comprando algún que otro objeto.
Esta muestra se ha celebrado en un momento en el que precisamente los artesanos están buscando nuevas fórmulas para llegar de manera más directa a la población como es el nacimiento de la nueva marca Gastroartesanía con la que se van a introducir en la restauración con sus productos. Y es que el sector ha vivido un año muy duro ya que la pandemia ha golpeado de lleno a un sector en el que las ferias y las muestras en la calle son una parte importante para su subsistencia. trada en campaña –con clarines y trompetas de fondo y el sol asomando por las montañas, como a él le gusta– de un Pablo Iglesias en el papel de salvador de la democracia ante el fascismo, era evidente que tampoco ayudaría mucho a templar los ánimos. Solo faltaba un candidato socialista que –aparte de no saber mirar a cámara– no tiene claro ni qué programa va a poder aplicar (el que diga la Moncloa) ni con quien pactará (primero era con Ciudadanos, pero el martes supimos que sería con Podemos) y una insufrible candidata de Vox con afán destroyer y claros problemas para enlazar dos frases con cierto sentido.
El debate de Telemadrid fue muy, muy aburrido: aparte de que es imposible organizar algo televisivamente con ritmo con seis candidatos, si no los conociéramos y nos hubieran dicho que eran los que optaban a las elecciones municipales de la ciudad de Ceuta, nos lo habríamos creído. Iglesias se pone tan ceñudo y habla tan bajito que a veces no hay quien le entienda. Ayuso estuvo tensa y nerviosa, pendiente de ver por donde le venían las tortas, sin su habitual desparpajo. Gabilondo no encontró