El Periódico Aragón

Desear la muerte del otro

- ÁNGELA LABORDETA

No es fácil digerir la idea de que alguien, en un algún rincón del país en el que vives, desea tu muerte y de forma anónima, nunca he conocido manera más cobarde de hacer o decir las cosas, envía a tu domicilio una carta con balas y el deseo explícito de que tu vida acabe. Eso es lo que han recibido en sus respectiva­s casas tres personas: Pablo Iglesias, candidato de Unidas Podemos a la Comunidad de Madrid; Fernando Grande-Marlaska, ministro del Interior del Gobierno de España y María Gámez, directora de la Guardia Civil. Esta es una de esas noticias que te revuelve el estómago y los sentimient­os, y lo hace porque tristement­e es el reflejo del combate político al que estamos asistiendo donde no hay contrincan­tes, solo enemigos y al enemigo en cualquier guerra hay que matarlo.

No sé si nuestros representa­ntes políticos son consciente­s de que cuando se atraviesan determinad­as líneas todo puede pasar y a veces dar marcha atrás resulta imposible, porque se ha enardecido tanto a las masas con medias verdades y falsedades maquillada­s con datos que son el despojo de las fake news, que la masa actúa siguiendo esa voz de referencia que le dice que ella, la masa, es la maltratada frente a los refugiados sin techo, frente a las mujeres agredidas, frente a las minorías que lo son por razones sexuales, morales, religiosas, sociales o políticas o económicas y ella, la masa, se otorga de un poder que roza la locura y el misticismo y comienza a realizar actos en los que desea la muerte de aquel que piensa de forma diferente y se siente en el derecho y la libertad de enviar esas misivas que están cargadas de odio, sin entender que cuando el odio se instala en una sociedad, la razón evidencia su destierro y nos quedamos al desamparo de las palabras gruesas y de los actos que solo buscan polemizar y acusar.

La campaña política en la Comunidad de Madrid nos está brindando mucho de todo esto y lo hace en un momento especialme­nte delicado, cuando la pandemia sigue activa y de alguna forma el miedo se ha instalado en los corazones de muchos españoles y una piensa que la distancia entre los que hablan y los que escuchamos es insalvable, porque el delirio que rodea a esta campaña se evidencia en elementos de usar y tirar, que se advierten en frases sin contenido ni pensamient­o, y que aluden a las tripas desde el lado más canalla, usando las redes y las imágenes de campaña para extender la mentira, crear una confusión estudiada y luego, si pasa algo que no debiera pasar, culpar al enemigo político orquestand­o otra mentira, y así mentira tras mentira ya nadie distingue la verdad y aunque doloroso nos toca aceptar que el trumpismo llegó para quedarse y así seguiremos viviendo, cada vez más lejanos, más anónimos, disfrazado­s en nuestra mentira para creernos inmortales.

Ya nadie distingue la verdad y aunque doloroso toca aceptar que el trumpismo llegó para quedarse

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