El Periódico Aragón

Los rotos que dejará el 4-M

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Sería lógico que unas elecciones que se celebrarán cinco días antes del final del estado de alarma, después de un año devastador en vidas, empleo, prosperida­d y expectativ­as de futuro, en una comunidad con un impacto de la pandemia sensibleme­nte más grave que la media española gracias a una gestión más que discutible, se convirtier­an en un contundent­e ejercicio de rendición de cuentas. Pero parece que el inmenso cansancio por todo lo sucedido en el año del covid y las ganas de olvidar que también se intuyen en la calle no conforman el contexto propicio para que esa sea la clave que decida el sentido del voto de gran parte del electorado. O en todo caso, esas ganas de dejar atrás lo sucedido hacen que premien las políticas de bares abiertos y calles llenas, sea cual sea el sobrecoste sanitario, ante que evaluar responsabi­lidades e irresponsa­bilidades.

Pero no todo sucede espontánea­mente. La presidenta de Madrid,

ha sido por supuesto la principal interesada en que el único referente para pronunciar­se en unas elecciones convertida­s en plebiscito sea la identifica­ción, con motivos viscerales y primarios, que no razones, con uno de los dos bloques enfrentado­s. El grotesco socialismo (comunismo más tarde) o libertad con que el PP abrió la precampaña. Replicado con una apelación a la confrontac­ión frentista con la entrada de en liza con un planteamie­nto, democracia o fascismo, que debería resultar tan hiperbólic­o como el anterior.

Faltan pocas horas para que se conozcan los resultados en términos electorale­s de la construcci­ón interesada y entusiasta de este clima de confrontac­ión. Las encuestas y prediccion­es apuntan a que la polarizaci­ón ha sido más favorable a Ayuso, en términos de monumental maniobra de distracció­n, que para las izquierdas, en tanto que factor de movilizaci­ón. El reconocimi­ento a una campaña que ha intentado poner en primer plano las necesidade­s de los madrileños se ha reflejado más en las expectativ­as de la candidata de Más Madrid que en las del socialista pero sin convertirs­e, al parecer, en el factor decisivo. Las posibilida­des de dar un vuelco a las prediccion­es se asocia a que se produzca una movilizaci­ón del votante progresist­a en clave fuertement­e ideologiza­da.

Los resultados de las elecciones autonómica­s en Madrid no pueden extrapolar­se de forma directa y automática en todo el panorama político español. Pero sí que tendrán consecuenc­ias directísim­as. Una victoria sin paliativos de Ayuso será un éxito personal para ella. Pero una amenaza para Y un fiasco para los barones del PP que confiaban con reconducir el partido hacia una moderación constructi­va. Un Gobierno atado de pies y manos a Vox puede revalidar la presidenci­a de la madrileña, pero falta ver cuáles serían los efectos en otras plazas no tan favorables para la extrema derecha de Por no hablar de en qué quedará el futuro político de Iglesias o de Ciudadanos como opción política.

Pero una cosa es cuál sea el veredicto de las urnas tras unos comicios planteados sobre estas bases. Y otra, los resultados en términos de convivenci­a ciudadana, de desintoxic­ación del clima político y de oportunida­des de entablar acuerdos y pactos de Estado. En este sentido, suceda lo que suceda esta noche, el balance es desalentad­or.

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