«He tenido que ser muy imaginativo para conseguir comunicarme»
Uno de los colectivos que más dificultades ha tenido desde la irrupción del coronavirus ha sido el de las personas sordas, puesto que la medidas para impedir la propagación del virus, como la distancia social y las mascarillas, afectan directamente a las herramientas de esta gente para comunicarse.
«Yo vivo con mi familia, que es oyente, y yo soy el único sordo. En el día a día me encuentro con muchas barreras porque en mi vivienda no tenemos las adaptaciones necesarias», explica un joven sordo, Alejandro Escolar.
En su caso, cuenta, no disponer de videoportero le impide algo tan sencillo para el resto como saber quién está llamando a la puerta de su casa. «Tampoco tengo adaptación lumínica y cuando me llaman al timbre y miro por la mirilla no veo y no puedo escuchar. Tendría que haber luz para que pudiera ver», explica el joven, al que ayuda a comunicarse una intérprete de lengua de signos. «Pedimos ayudas y subvenciones para poder hacer ese tipo de adaptaciones y así, poco a poco, ir eliminando barreras», dice.
La pandemia, para este joven, ha sido un «problema muy grave». Por ejemplo, a la hora de tener que hablar con su médico, no ha podido hacerlo porque la gestión se hacía por teléfono. «Yo no me he podido comunicar. Y tampoco me han dado otros medios ni otras alternativas para poder hacerlo», asegura.
Escolar cuenta que tampoco ha tenido acceso a plataformas inclusivas de videollamadas, por lo que no ha podido comunicarse telemáticamente cuanto todo el mundo estaba encerrado en casa. «Me he encontrado una barrera muy grande y no me he sentido feliz ni a gusto durante la pandemia», explica este joven.
Y para barrera, la mascarilla, que dificulta que las personas sordas puedan leer los labios. «Me he visto obligado a quitármela muchas veces para que me entendieran. Me pongo lejos, me la quito y vocalizo, o intento que me entiendan mediante señas. He tenido que ser muy imaginativo», afirma.