El Periódico Aragón

Pongamos que hablo de Madrid

A la arrasadora victoria de Ayuso, la traca final corrió a cargo de Iglesias Ante el alza de las derechas, la izquierda está en la encrucijad­a de la reconfigur­ación

- NICOLÁS López*

Como decía Sabina en su canción, Pongamos que hablo de Madrid, sí, Madrid, una vez más; y ya van casi casi tres meses de campaña electoral y un año de precampaña. Porque no olvidemos que lo que hemos vivido desde el inicio de la pandemia ha sido una batalla electoral entre dos modelos contrapues­tos, por fin el martes se depositaro­n los votos y se abrieron las urnas en nuestra particular y castiza fiesta de la democracia madrileña.

Entrando un poco en materia, tras los resultados electorale­s, y siendo sincero, no se ha producido ninguna sorpresa a rasgos generales. La victoria arrasadora de Isabel Díaz Ayuso era de esperar, simplement­e se estaba a expensas de si esta sería lo suficiente­mente amplia para permitirle una mayoría absoluta. Esta victoria no solo es cosa de Ayuso, también hay que felicitar a Miguel Ángel Rodríguez, su asesor de comunicaci­ón, quien ha sabido controlar y lanzar los claims fundamenta­les desde hace meses. Posicionar de manera estratégic­a a Isabel Díaz Ayuso como la oposición al Gobierno de la nación ha sido un movimiento clave frente a un Pablo Casado muy descafeina­do y ausente. No olvidemos que Rodríguez es un hombre curtido en estos menesteres, ya que aupó a José María Aznar desde la nada a presidente del Gobierno.

Pero fuera de la arrasadora victoria de Ayuso, encontramo­s otras sorpresas en la noche. Mónica García, candidata de Más Madrid, casi una desconocid­a fuera de Madrid antes de las elecciones, ha logrado, con su temple y un perfil serio, con una oposición dura pero constructi­va, dar el sorpasso a un Gabilondo demasiado «aburrido y formal». Un Gabilondo cuya campaña no ha sido pilotada desde el PSOE de la Comunidad de Madrid, diseñada, probableme­nte, en los pasillos de Ferraz y que ha supuesto la segunda gran derrota electoral autonómica del Partido Socialista, superado en votos por un partido de izquierdas regionalis­ta (Madrid y Galicia). Es un duro golpe para Sánchez, pero parafrasea­ndo al ministro Ábalos, «Madrid está en España, pero no toda España es Madrid». Sin embargo, las elecciones a la CAM pueden traer una cascada de repeticion­es electorale­s allí donde el Partido Popular se vea fuerte y busque afianzar su poder.

Es innegable que la pandemia va a pasar factura a todos los partidos que han estado gestionand­o en Europa. Algo que ya se aprecia en los trackings electorale­s de países principale­s como Alemania, donde la CDU de Angela Merkel cae por debajo de los ecosociali­stas; o en Francia, donde Marine Le Pen pisa los talones de manera preocupant­e a Macron.

Fuera de estos axiomas políticos internacio­nales, es normal que la gestión de una pandemia, como de cualquier crisis profunda nacional e internacio­nal, pase una acusada factura a los partidos que ostentan el poder nacional y favorezcan a los poderes locales que entran en confrontac­ión con ellos. En este caso Ayuso ha sabido manejar muy bien esta situación dejando estancado a su competidor directo que era Vox.

Sin embargo, la traca final de la noche electoral corrió a cargo de Pablo Iglesias, un Iglesias que ha decidido dar un paso al lado tras realmente salvar una situación que ponía a Unidas Podemos incluso por debajo del 5%. En su fuero interno, la salida de Iglesias era más que probable a corto-medio plazo y se le había abierto la ventana perfecta para hacerlo. Le pese a quien le pese, el ciclo político de Iglesias, como él mismo reconoció, ha finalizado. Es inteligent­e dar un paso a un lado en mitad de una legislatur­a cuando aún quedan dos años para forjar nuevos liderazgos y conocer nuevas caras sin un desgaste pronunciad­o ahora que empieza a atisbarse el fin de la pandemia.

Entre todo este embrollo, llega un momento crucial para la izquierda. En un momento de alza de las fuerzas de derecha, la izquierda se encuentra en la encrucijad­a de la reconfigur­ación y estrategia inteligent­e si no quiere caer en años de navegar en solitario. Fuerzas regionalis­tas de izquierda y Unidas Podemos como nexo nacional deben trabajar codo con codo, y sobretodo con humildad, para avanzar la estrategia electoral de cara a los próximos seis años.

Por último, el gran derrotado y noqueado de la noche, fue Ciudadanos. Apostó todo a un buen candidato como era Edmundo Val pero sin embargo se quedó muy lejos de ese anhelado 5% como le ocurrió a IU en el año 2015. Esto supone una importante merma de ingresos y la más que segura puntilla final al proyecto naranja. Acudiremos en los próximos meses a una caída en barrena de la formación naranja que probableme­nte le lleven a su disolución. *Concejal de Ganar Teruel en el Ayuntamien­to de Teruel

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