LITERATURA
Irene Vallejo Gema Abad Ballarín Campo (Huesca)
No he leído ningún libro de esta maestra de las palabras; ni siquiera la había escuchado antes. Hace unos días, después de oír su discurso, coincidiendo con el Día de Aragón y el Día del Libro, pensé que debía conocerla y dejarme arrastrar por su elocuencia. Su tono de voz armónico, grácil, sumamente delicado me hizo adentrarme en su vida y descubrir su trayectoria como filóloga y escritora. Gran conocedora de los clásicos, recomienda que las familias fomentemos la creatividad de los jóvenes. Anima a dejar los móviles de lado para que nuestros hijos se centren en la lectura y puedan descubrir esa pasión sigilosa. Alienta a que transmitamos, cuando nos sintamos deslumbrados por algún libro, ese fervor por conocer el vertiginoso mundo de las obras literarias.
Me emocionaron sus palabras al querer encontrar un libro entre las paredes de una biblioteca secreta de un antiguo palacio como es la Aljafería, lugar donde tuvo lugar esa celebración, que albergara diferentes formas de expresar su gratitud por haberle premiado su esperanza más que su experiencia y por haber contemplado sus posibilidades más que sus realidades. Como seguidora que soy de Antonio Machado, me quedé con una frase que parecía sacada de la boca del maestro, al decir que, durante sus peregrinaciones por Aragón, al que le une un misterioso cordón umbilical, había aprendido que «se hacía camino al leer». Estoy de acuerdo con su afirmación respecto a lo que la lectura nos puede deparar, al decir que, aunque parezca una actividad sedentaria, nos devuelve a la condición nómada y andariega de las buenas historias.