Tiene una masa de entre 17 y 21 toneladas
Este consorcio está desde hace días monitoreando el retorno a la atmósfera terrestre del gigantesco objeto espacial, que tiene una masa estimada de entre 17 y 21 toneladas y un tamaño de aproximadamente 30 metros. Esas dimensiones lo convierten en uno de los trozos más grandes que vuelven a la Tierra y que, por lo tanto, «merece un seguimiento cuidadoso».
La red de sensores y radares de este servicio de vigilancia espacial está siguiendo el objeto «de cerca» y ha comprobado que está cayendo. De momento, ha reducido su ventana de entrada a la atmósfera terrestre a un periodo comprendido entre los días 8 y 9 de mayo.
También el Centro de Operaciones de Vigilancia Espacial (COVE) del Ejército del Aire está realizando el seguimiento de la trayectoria del núcleo central.
Defensa ha explicado que el COVE, «como centro militar encargado de velar por la vigilancia espacial», está monitorizando el objeto «con datos actualizados de trayectoria y predicciones de reentrada en la atmósfera procedentes de diversas fuentes» a las que el
Ejército del Aire tiene acceso, así como con observaciones obtenidas del radar de vigilancia espacial (S3TSR) situado en la base aérea de Morón y de otros sensores que forman parte de la red del consorcio europeo EU-SST, (European Union Space Survelliance and Tracking).
En este sentido, el Ejército del Aire ha señalado que, una vez el objeto descienda por debajo de unos 80 km de altura, el rozamiento con las capas más altas de la atmósfera provocará «que la mayor parte del lanzador se desintegre durante la reentrada, siendo solo una pequeña parte de la estructura la que podría llegar a impactar sobre la superficie».